Parte 21 Somos (2)

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Una playa paradisiaca en el caribe, el sol dorando su piel, el agua refrescando su cuerpo, una piña colada adornando su mano, solo tenía que girarse un poco para poder mirar a su novia disfrutando de la vida que tenían, pero en lugar de eso vio un libro en blanco y cuando la buscó con la mirada en lugar de encontrarla a ella vio una puta fórmula matemática gigante acercándose demasiado rápido hasta ella, que intentó echar a correr pero el agua se había vuelto densa y pesada y era imposible moverse de allí, lo intentó con todas sus fuerzas y solo conseguía quedar más atrapada. Volvió a mirar hacía la puta fórmula, a la que al logaritmo le habían salido unos dientes afilados que le dieron muy mal royo, se estaba empezando a agobiar bastante. A la escena se le sumó una música que le resultaba muy familiar. Espera ...

Se despertó de golpe, desorientada y con las pulsaciones bastante más elevadas de lo normal, con un par de hojas pegadas a la cara y otras doscientas esparcidas sobre la mesa del escritorio. Mierda ¿Cuántas horas llevaba ahí dormida? Mierda ¿Qué hora era? El móvil vibraba y sonaba en una esquina de la mesa, apunto de caer al suelo, lo cogió inextremis y vio el nombre de Lexa en la pantalla.

¿Ya has llegado a la facultad? ¿Qué tal se te ha dado la noche?

Vale, es que tenía que centrarse porque estaba todavía atontada. Aquella noche Lexa no se había quedado a dormir en su casa. La mayoría de las noches las pasaba allí, igual que la mayoría del tiempo que compartían cuando no estaban ocupadas entre trabajo y clases o cuando pasaban tiempo juntas haciendo cualquier cosa o quedando con sus amigos. Trabajaba por las mañanas e iba a la facultad por las tardes, mientras Lexa seguía la misma rutina de siempre. Prácticamente solo les quedaban las noches y los fines de semana para pasar juntas todo el tiempo que les gustaría tener cada día. Su novia le llevaba a diario la comida a la puerta de la universidad y comían juntas, rascaban tiempo incluso de dónde no lo había. No pensaba quejarse jamás, nunca, porque aquello era estresante y bastante frustrante y a veces se saturaba más de la cuenta, pero era exactamente como quería que fuera su vida. Su futuro había mejorado un doscientos por cien, tenía a Lexa, a su hermano, amigos y todo lo que necesitaba. Ya no tenía miedo y la parte más oscura de su pasado, aquella que no la dejaba dormir por las noches y la mantenía lejos de Lexa había quedado muy atrás, enterrada junto a Samantha. Aquella noche no se había quedado a dormir porque ella tenía el último examen del curso aquella mañana, había pensado quedarse estudiando toda la noche y Lexa no quería molestarla por mucho que ella insistiera en que prefería que se quedara aunque se encerrara en aquella habitación. Era viernes y su jefe le había dado la mañana libre exclusivamente por aquel examen. Lexa había tenido el suyo hacía tres días, había acabado su tercer año y ella estaba apunto de cerrar su primero con bastante éxito a pesar de que a veces se saturaba y se agobiaba bastante, cuando eso pasaba se recordaba a si misma lo perfecta que era su vida ahora y que por suerte tenía gente a su alrededor que la apoyaba de verdad.

No. Todavía estoy en casa

¿El examen no es a las 9?

Si - Miró su reloj, las 8:15, mierda, mierda, mierda - Voy a salir ya

Clarke ¿Te habías quedado dormida? - A veces odiaba que la conociera así de bien -

Eh... no, repaso de última hora -

Metió de malas maneras, porque era de la única forma en que ahorraba tiempo, la calculadora y un par de libros que había encuadernado ella misma llenos de formulas. "Uggg Fómulas" pensó al acordarse de aquella mierda de sueño.

No cuela Clarke. Sabía que tenía que llamarte. - La escuchó suspirar dándola un poco por imposible y sonrió al imaginar su cara - ¿Vas en coche? No corras, aún tienes tiempo.

We are what we areDonde viven las historias. Descúbrelo ahora