Una semana.
Una semana entera había pasado sin que Young-Soo tuviese noticias de Han-Jae y ya empezaba a desanimarse.
Ki-Jeong estaba en un estado parecido. Cada vez que alguien tocaba la puerta él corría a abrir con esperanza de que fuera aquel chico de sonrisa cuadrada a quien le debía una disculpa, pero este había dejado de venir tal como le pidió.
Young-Soo no debería estar decaído, pero lo estaba. Entendía que Han-Jae tenía clases que dar, además, su herida ya estaba sanando y no era necesario que volviese a la enfermería a no ser que tuviese alguna otra herida.
—¿Young-Soo?
Como si lo hubiese invocado, vio a Han-Jae asomarse por la puerta con un gesto algo avergonzado.
—Hola Han-Jae — saludó con más ánimo de lo esperado. Se acercó a abrirle la puerta, sonriendo— ¿Qué haces aquí?
—Me enterré una pequeña astilla —mostró su mano izquierda, donde una espina de madera de al menos dos centímetros estaba enterrada en la piel sangrante.
—Esto no es una pequeña astilla —comentó con una mueca de dolor. Le tomó la mano derecha llevándolo a la camilla, ignorando la mirada penetrante de Ki-Jeong— ¿cómo pasó esto?
—Ayudaba a uno de los conserjes a llevar una mesa a la bodega porque ya estaba muy vieja, y cuando la solté mi mano resbaló en el borde desgastado. —explicó con una mueca de dolor— Esto de verdad duele.
Young-Soo sintió que su corazón se estrujaba al ver a un hombre tan grande como Han-Jae sufrir por una pequeña astilla.
—Lo sé, dame unos segundos.
Sacó pinzas, alcohol y un parche para heridas. Se puso los guantes y le pidió a Han-Jae sujetar una pequeña linterna sobre su mano para tener una mejor iluminación.
—Lo siento, esto dolerá más —le advirtió de antemano. Han-Jae asintió seguro, aunque podía ver algo de temor en sus ojos. Decidió sacarla de un tirón.
—¡Ay! —lloriqueó, haciendo un leve puchero que le provocó inmensa ternura.
Dejó la espina de madera en el basurero y empapó un algodón con alcohol. Otro quejido se escuchó en la sala mientras limpiaba la herida y soplaba de vez en cuando. Puso el parche con lentitud, sabiendo que Han-Jae lo miraba de reojo y queriendo prolongar el tiempo juntos un poco más.
—Te quejaste menos cuando le curé la herida de navaja —le reprochó una vez que terminó de curarlo.
—Creo que en ese entonces tenía demasiada adrenalina en el cuerpo para notarlo —respondió mirando su otra mano que aún tenía un parche adhesivo.
—¿Hace cuánto tiempo tienes ese parche? —preguntó Young-Soo con curiosidad.
—Casi seis días.
—Te lo cambiaré —sin esperar respuesta alguna le quitó el parche viejo dejando la herida respirar un poco— la costra está bien formada y ha disminuido su tamaño, eso es bueno.
—Eso es porque un excelente enfermero me atendió.
Young-Soo no pudo evitar sonrojarse un poco y reír suavemente ¿Han-Jae estaba coqueteándole o había sido un simple comentario en agradecimiento? Por la postura temblorosa y su rostro ruborizado podía notar que había intentado lo primero.
—Eso también es porque tengo un paciente muy obediente —comentó siguiéndole el juego. Desde la otra punta de la habitación pudieron oír un carraspeo, obviamente de parte de Ki-Jeong.
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Zero O' Clock | Novela BL
RomanceEl profesor de matemáticas, Myung Han-Jae, consigue empleo en el antiguo instituto para hombres al que asistía en su adolescencia. Ahí conoce a Ho Young-Soo, un doncel y enfermero de la escuela que pasó por una relación abusiva en el pasado y que te...