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No era novedad que el profesor Myung Han-Jae y el enfermero Ho Young-Soo estaban en una relacion, sin embargo, ese todavía era un tema muy hablado en la escuela. Específicamente sobre como el humor del profesor cambiaba de golpe cuando se trata de su pareja.

Un día, se encontraba regañando a una clase entera por copiarse en los exámenes de forma obvia e idiota. Los alumnos casi podían ver fuego destellando de sus afilados ojos mientras los apuntaba con su enorme libro de algebra de 500 páginas que solía cargar a todos lados. Casi podían saborear el castigo favorito del docente: limpiar baños con cepillos de dientes. Hasta que de pronto, su salvación hizo acto de presencia.

—Disculpe, profesor...

El enfermero Ho se encontraba asomado en el marco de la puerta aguantando una sonrisa. En menos de un segundo, el rostro del profesor Myung pasó de enfado a felicidad dejando sorprendidos a los alumnos. Carraspeó la garganta y se acomodó los lentes de lectura con manos nerviosas.

—Enfermero Ho, —incluso su voz había adquirido un tono suave— ¿qué se le ofrece?

El doncel se veía algo avergonzado mientras entraba. Caminó hasta él y estiró un fajo de hojas.

—Me llevé sus guías de ejercicios por error —murmuró. A pesar de intentar hablar en voz baja, debido al silencio en el salón todos pudieron oírlo y sacar sus propias conclusiones— y tu- es decir, usted, se llevó mis informes.

El profesor Myung se sonrojó. El resto del salón contuvo la respiración en tanto contemplaban el espectáculo, era como si un gran león hubiese sido domado por un pequeño gato doméstico.

—Y-Ya veo, lo siento. —dijo, e inmediatamente abrió su maletín y buscó los mencionados informes — Aquí tiene.

—Muchas gracias.

Hizo una leve reverencia y se dio la vuelta. El profesor veía con ojos de cachorro como su pareja se iba y los chicos rezaban al cielo porque el enfermero no los abandonase ahí. Como si sus plegarias fueran escuchadas, el doncel se dio la vuelta y dijo:

—Profesor, no debería ser tan cruel con estos chicos —comentó con una sonrisa— Esta clase, en particular, ha sido bastante buena y obediente conmigo.

—¿Enserio?

—Si, me han defendido a mí y al enfermero Ahn en varias ocasiones. Perdónelos solo por esta vez, ¿sí? —rogó.

Todos contuvieron el aliento al ver que el maestro parecía considerarlo. Después de un rato pensando, suspiró y asintió.

—Bien, pero aun así deben ser castigados. En dos días van a repetir el examen, y esta vez no podrán copiarse porque me aseguraré de hacer por lo menos 5 versiones distintas —los amenazó duramente para después girar de manera discreta hacia su novio, quien soltó una pequeña risa que conquistó los corazones de los presentes.

—Es mejor que limpiar baños, —consoló el enfermero mirándolos con ternura— pórtense mejor, chicos. Adiós.

Desde ese día, la reputación del enfermero Ho aumentó, así como sus admiradores, cosa que no tenía muy contento al profesor ya que constantemente los alumnos inventaban excusas para ir a la enfermería. No es como si fuese celoso, pero debía ser honesto y admitir que le molestaba un poquito la situación, sin embargo, jamás se lo hizo saber a Young-Soo. Aparte de ese pequeño problemita, todo parecía estar en orden.

Hasta que una llamada interrumpió su ida hacia la cafetería por su almuerzo.

—Byung-Ho, ¿qué tal...?

—Han, escucha con atención lo que diré —interrumpió su mejor amigo con voz firme pero temblorosa. Podía escuchar al fondo el inconfundible ruido de las sirenas de policía— ¿Young-Soo está ahí?

Zero O' Clock | Novela BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora