15_ El leñador

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Un hombre con barba y bigotes, de cabello castaño, ojos azules, vestido de leñador y de gran altura, caminaba por el bosque con un rifle en manos.

Se dice que en ése bosque nadie dentra por que es acechado por un temible lobo solitario que reclamó todo el lugar como parte de su territorio.

Cuando era niño la historia decía que era el territorio de una bruja, pero ahora al parecer la historia fue cambiada y era un lobo.

No sabía cual era verdad o sí una lo era, lo único que sabía es que era su deber acabar con cualquier posible amenaza que pueda acercarse a su familia un día.

El hombre oyó leves sonidos y camino lentamente, evitando hacer ruido mientras preparaba su arma.

Luego de días, al fín había dado con algo.

El hombre se asomó por unos árboles con cuidado y vio con sorpresa como una pequeña niña rubia con caperuza roja, juntaba flores en una canasta en la cual tenía un oso de peluche adentro y los parajos volaban alrededor de ella como sí nada, sin temerle.

El hombre salió de su escondite, haciendo que los pájaros huyan y la pequeña que estaba de cuclillas, levantó la mirada para ver al hombre.

Los dos quedaron mirándose fijamente por unos segundos, sorprendiendose el hombre por ver que la niña sólo parecía tener un ojo, y ella volvió a mirar hacia abajo para continuar recogiendo flores.

El leñador sonrió nervioso y se acercó a la pequeña para ponerse de cuclillas delante de ella, agarrar una flor y dársela.

-¿Qué hace una niña pequeña como tu, sola en este peligroso bosque? ¿Dónde están tus padres? ¿Ellos saben qué estás aquí?- preguntó el hombre de manera amable.

Esmeralda se puso de pie y retrocedió, intentando no parecer asustada por ver a otra persona.

-Yo... el bosque no es peligroso, yo vivo aquí, mi casa esta no muy lejos y no estoy sola, quien me acompaña esta cerca.- respondió la rubia, intentando ser educada pero no pudiendo ocultar sus nervios.

El hombre se puso de pie y le mostró su arma, de la cual seguramente ella tenía miedo.

-No te preocupes, no es para hacerte dañó a ti, es para cazar a un lobo malvado que la gente dice que vive en este bosque.- exclamó el ojiazul mientras sonreía para que ella se calme.

Esmeralda al oír éso, fruncio el ceño y miró al hombre enojada.

-El señor lobo no es malo, es bueno y siempre me cuida a pesar de que aveces me portó mal.- aclaró la pequeña, no estando dispuesta a oír ésas mentiras.

El hombre dio un suspiro profundo mientras negaba.

La imaginación de los niños era tan grande que ésa pequeña decía ésas cosas.

-Será mejor que regreses a casa o con quien seas que estás por éstos peligrosos lugares, antes de que caiga la noche.
Me relaja saber que viven en el bosque y no les pasa nada, pero me preocupa ver tanta confianza para dejar a una pequeña niña sola.- dijo el hombre, acariciando la cabeza de la pequeña, su caperuza, mientras seguía con su camino.

Esmeralda sólo lo vio alejarse con enojó y le sacó la lengua antes de agarrar su canasta con flores.

¿Quién era el mentiroso que decía que el bosque era peligroso y que el señor lobo era malvado?
Todo éso era una mentira y ella lo sabía, el bosque ahora era su hogar y el señor lobo era incapaz de hacer algo malvado.
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El sol estaba empezando a ocultarse y Esmeralda iba regresando a su casa, la cual a diferencia de antes, ahora estaba ya más arreglada ya que el lobo decidió hacerlo.

La hija del lobo ferozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora