31_ ¿Cuándo es tu cumpleaños?

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Era la hora de almorzar y Terence comía junto a Esmeralda y la nueva empleada, Ruby, a quien permitía comer con ellos.

-¿Todavía no te gustan las zanahorias?- preguntó el lobo con forma humanoide, viendo como la pequeña había separado las zanahorias de las demás cosas de su plato.

La primera vez que Esmeralda comió zanahoria, la vio hasta lagrimear, pero aún así comió lo que tenía en la boca y dejó lo demás.

Realmente no le dio importancia ya que todo el mundo puede tener algo que no le gusta comer, por lo que dejó de comprar zanahorias, pero al parecer ésa mujer humana volvió a comprarlas y las ponía en la comida.

-¿Qué?- preguntó la pelirroja, levantando la mirada en dirección de Esmeralda.

La pequeña, se estremeció asustada al oír la voz seria de su madre y miró al hombre, buscando su ayuda.

-Bueno, ella suele hacer las zanahorias a un lado y no las come, dice que saben a plástico.- explicó el rubio, sin darle mucha importancia mientras comía tranquilamente.

Ésa humana cocinaba bien, pero él le ganaba.

-¿Es éso así? ¿Eres delicada con la comida?- preguntó la mujer, mirando a la niña.

Esmeralda, miró a todos lados, muy asustada y luego a su madre, para negar con la cabeza.

-¡No! Yo... dejo lo más rico para el final.- mintió la pequeña, aterrada por la mirada severa de la mujer.

-¿Entonces la vas a comer?- preguntó Terence, mirándola con asombro.

¿De éso era capaz una madre? Genial.

-S-si, me gustan las zanahorias.- dijo la rubia, comiendo uno de los pedazos de zanahorias.

Terence, vio fijamente como Esmeralda masticaba lentamente, haciendo pucherito y con sus ojos llorosos.

-Que sabroso gusto... a plástico.- susurro Esmeralda, con voz chillona.

Luego iría a cepillarse bien los dientes para olvidar ése feo sabor.

-No lo tienes que comer si no te gusta.- dijo el hombre, con una leve sonrisa burlona.

Ver a Esmeralda tan obediente sólo para no decepcionar a ésa mujer humana, era divertido.

-En verdad me gusta, señor lobo.- exclamó la pequeña, mirando al lobo con forma humanoide.

Su mami tenía que ver que ella era una niña buena y ejemplar, y se comía todas sus verduras.

-No la debe consentir tanto.- dijo Ruby, mirando con seriedad a su jefe.

Estaba fingiendo ser amable para no meterse en problemas con ése hombre, pero al parecer no era necesario, viendo que él parece no darle importancia a nada.

-¿En verdad ahora te gustan?- preguntó el rubio, con sonrisa burlona.

-Sí, son... ¡Sniff!... muy deliciosas.- dijo Esmeralda tras comer otro pedazo de zanahoria.

Por suerte, solo tenía que obligarse a comer tres más y su sufrimiento acababa.

-Genial, entonces ten las mías.
Yo si las odio.- dijo Terence, dándole sus zanahorias a la niña.

Y Esmeralda vio con el ojo en blanco, como de tres pedazos de zanahorias ahora tenía ocho.

-G... gracias.- dijo la niña, moviendo los pedazos de zanahorias con su tenedor, desanimado.

Creyó que el señor lobo la quería, pero ahora comprobó que todo fue sólo una ilusión.

Ruby, miró al rubio con el ceño fruncido, mientras el hombre se encogia de hombros.

La hija del lobo ferozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora