17_ ¿Qué haría el señor lobo?

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En el pueblo humano.

El lobo con forma humanoide se encontraba en una panadería, con cara de disgusto al ver que exactamente cuando llegó, la mujer que atendía subió el precio de las cosas y fingió que era lo más normal del mundo.

Tenía el suficiente dinero para pagar pero no podía aceptar éso.

No era para presumir pero sabía que su apariencia era muy atractiva y no usarlo sería un desperdicio.

Por suerte la cría humana se quedó en el carruaje con los caballos y no lo vería hacer éso.

Acercándose a ésa mujer humana, le mostró una gran sonrisa, levantó una mano y la apoyo en la mejilla de ella.

-¿Cuánto debo pagar por lo que llevó?- preguntó de manera suave y seductora.

La mujer se sonrojo y desvió la mirada, llevando una mano a su pecho, sintiendo su corazón muy acelerado.

Ése hombre no solía ser visto muy a menudo por el pueblo pero de igual modo sabía de él ya que andaba en la boca de todas las mujeres como un padre muy atractivo cuidaba sólo de su pequeña hija.

-Yo... no es necesario que pague, tomelo como... como un obsequio por elegir nuestra panadería.- dijo la mujer, no ocultando sus nervios en lo más mínimo.

El rubio cambio su sonrisa amable por una burlona al lograr su objetivo y sin decir más, se dio media vuelta para salir, orgulloso por lograr su objetivo pero quedó estático al ver en la entrada a Esmeralda, mirándolo sin mostrar ninuga expresión antes de salir del lugar.

La mujer rió levemente por ver lo nervioso que se puso el ahora avergonzado hombre que salió de ése lugar.

Al salir afuera, se encontró a Esmeralda, viéndolo directamente.

-¿No te di la orden de quedarte con los caballos?- preguntó el rubio con algo de enojó.

-No se preocupe, inclusive un amargado como el señor lobo tiene derecho a amar a alguien y tiene todo mi apoyo, después de todo ésa señorita es bonita y parece amable.- dijo la pequeña mientras asentía.

Las personas que pasaban cerca, reían levemente por ver a ésa tierna niña y su padre, haciendo que el hombre contenga su enojó.

-Mientras estemos en el pueblo humano, sólo aquí tienes permiso de llamarme padre para que no sospechen de mi.- aclaró el hombre mientras se dirigía donde estaban los caballos, junto a la pequeña que lo seguía.

No iba a discutir con ésa niña por cosas como ésas en el pueblo humano.

-¡Esmeralda!

El gritó felíz de alguien se oyó y la mencionada volteo para ver a dos niñas acercarse, una morena que parecía muy alegre mientras llevaba un conejo de peluche en sus brazos y la otra una niña pelirroja de ojos verdes, un poco más alta que Esmeralda.

La rubia retrocedió nerviosa, agarrando el pantalón del hombre que acomodaba las cosas en el carruaje y volteo a ver lo que sucedía.

-Ésa es la nieta del molestó guardia, su nombre era Mónica.- dijo el hombre antes de volver a acomodar las cosas con algo de enojó.

No podía creer que tenía que tomarse las molestias de aprender el nombre de la nieta de un guardia, sólo para establecer una falsa amabilidad con las personas.

Las niñas se acercaron a la nerviosa Esmeralda y la morena levantó una mano en manera de saludo, muy alegre.

-Hola, ¿quieres jugar con nosotras?- preguntó Mónica con entusiasmo.

La hija del lobo ferozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora