Capítulo 9: Noche de yozakura (2/2)

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Que infinita es la libertad de poder escapar
y preferir la jaula.
—Elena Poe

[⚜️]

—Fue impresionante que el taxista nos hubiera dejado montarnos sabiendo que éramos menores de edad.

—Si... pensé que tendría que amenazarlo para que nos trajera. —respondió tranquilamente un albino a su amigo, quién andaba con el papel de madre vigilando a las otras dos crías delante suya, quienes estaban impresionados por las decoraciones de las calles y los pétalos de cerezo que caían de las copas de los árboles.

—Las calles se ven tan bonitas...—suspiró Gon, mientras se posaba un pétalo de flor en la encima de su rechoncha nariz.

Ojalá Mito-san y Abu estuvieran aquí para verlo conmigo...

Y también Kon y Himeko...

Su mente se nubló, apagando los ruidos de afuera y centrándose en solo el suelo decorativo de la calle. Fue cuando algo le llamó la atención. Cerca suya había un puesto de cañas de pescar, y se veían de buena calidad. El moreno iba a jalar de la camisa de su amigo para preguntarle si podían ir ahí a echar un vistazo, pero confusa fue su sorpresa cuando ni Killua, Alluka o Kalluto estaban alrededor suyo—¿Killua...?—Asustado, empezó a buscar a los nombrados con la vista entre la multitud, pero no había rastro de ellos. Quitando el detalle de que personas y borrachos no paraban de empujarlo por la calle. Hubo un momento de tal empujón que le dio un hombre que ni si quiera paró a preguntarle si estaba bien, que lo hizo caerse al duro suelo.

Habían varios coches pitando, demasiada gente a la vez caminando en una calle, muchas voces, mucho movimiento, mucho ruido, y mucho estrés emocional. Gon pensaba que ir ahí sería divertido, pero ni más llegó y ya se perdió.

Se sentía como una hormiga, diminuto ante el expuesto mundo que lo rodeaba. Era como ver gigantes y rezar de que no te pisotearán.

—¡Killua! ¿Donde estás~?—como podía intentaba hacerse hueco entre la multitud, casi corriendo, se estaba poniendo muy nervioso y tampoco era como si pudiera volver a la mansión. Ni si quiera se sabía la dirección de esta. Además, ¿que diría si volvía solo? El albino le prometió que él tomaría la responsabilidad si pasaba algo, pero si volvía sin él le echarían la culpa—Ki... ¡Kiluaaa~!—sin darse cuenta había empezado a llorar. Sus orbes color miel se veían tan brillantes con las lágrimas que caían de sus gordotas mejillas que parecían que estaban echos de oro.

Los adultos que pasaban alrededor suyo no paraban de mirarle, o eso era lo que él sentía. Escuchaba varios murmullos alrededor suyo. Chocaba con mucha gente e intentaba disculparse en el momento cuando pasaba esto. Su cabeza no paraba de latirle fuerte, era como si su corazón se acabara de trasladar ahí arriba—¡Killua, Kalluto, Alluka, ¿Donde están?!

Tuvo que haber prestado atención a su alrededor, tuvo que haberse agarrado de Killua para que le mostrara el camino, tuvo que controlarse, tuvo que haber investigado el lugar para saber como era...

Tuvo que haberle dicho no a Killua cuando lo invitó.

Gon corría y corría pero no encontraba al de pelo albino o a los azabaches, justo cuando iba a girar una esquina un aroma a chocolate y vainilla se coló en sus fosas nasales. Chocándose justamente con el propietario de aquel olor.

—Pero que... ¡Oye, mira por don-...! ¡Gooon~!—sintió como alguien se abalanzaba encima suyo antes de que pudiera abrir los ojos—¡Te estuve buscando por todas partes, idiota! ¿¡Donde te metiste?! ¡Pensé que te habían secuestrado y metido en una caja rumbo a China!

El Monstruo | killugonkilluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora