Capítulo 10: Juguete roto

172 22 5
                                    

¿Has escuchado alguna vez el ruido que hace una persona al romperse? Ninguno. Silencio absoluto, por eso impresiona.
—Amante de letras

[⚜️]

—¡Déjenme verlo! ¡Fue mi culpa! ¡Yo lo obligué escaparse conmigo! ¡No le hagan da-...!—el albino no pudo terminar su oración ya que fue callado por una bofetada. Bofetada proveniente de su padre.

—Ya es suficiente, Killua. Acepta las consecuencias de tus actos. Te prohibí sacar-...

—¡¡Lo sé!¡ ¡¡Lo sé!! ¡Por eso castíguenme a mi, pero no a él!—el joven Zoldyck estaba desesperado. Se había dejado llevar por el momento, y no prestó atención a su alrededor. Lo que más lo fastidiaba era que no podía ir al rescate de su amigo. Las cadenas que amaraban su cuerpo se lo impedían.

Lo peor era que su Aniki fue el que lo delató.

—Se acabó la discusión, Killua. —el cabeza de familia estaba apunto de salir por la puerta blindada de metal, cuando escuchó un último grito proveniente de su encadenado hijo.

—¡¡Padre, se lo ruego!! ¡¡Es mi amigo!!—lo último hizo parar su andar. Dándose la vuelta lentamente para encarar a su hijo por última vez.

—Si realmente es tu amigo, tuviste que ayudarlo y protegerlo. No meterlo en problemas.

—¡¡¡Pero Padre...!!!—un portazo resonó. Haciendo temblar cualquier metal que colgaba del techo, incluyendo los grilletes del albino. Su padre se había ido. Y gritar por su perdón sería una pérdida de tiempo.

Fue mi culpa, fue mi culpa, fue mi culpa....

Su mente era un remolino de pensamientos negativos. Fue como si un balde de agua fría hubiera caído como cuchillas en su piel. No sabía que hacer para salvar al moreno. Sus diminutas manos no eran lo suficiente fuertes como para romper los grilletes que enceraban su cuerpo.

Odiaba ser débil, por estas cosas tenía que volverse fuerte. Para proteger a los que amaba.

De repente escuchó pasos que provenían de afuera y que cada vez se acercaban más a la habitación. Killua por un momento, solo por uno pequeño, pensó qué tal vez sería su padre dándole una segunda oportunidad. Pero su padre no era de dar segundas oportunidades, así que descartó ese pensamiento.

El único que hizo su aparición en la puerta fue el que menos quería ver en ese momento; un joven obeso de once años, con el pelo negro de raya media muy corto, acompañado de unos ojos negros entrecerrados por culpa de la cantidad de grasa. Su cuerpo ancho debido a la falta de actividad física y los malos hábitos alimenticios, vistiendo un chándal simple con deportivas.

Su otro hermano mayor, Milluki. El segundo hijo de Silva Zoldyck.

—Vaya, Killua. Que sorpresa. Hacía tiempo que no te veía en la sala de tortura. —mencionaba divertido el recién llegado mientras cerraba la puerta detrás suya—¿Acaso el bebé de papá se portó mal de nuevo~?

—Me impresiona que lleves un chándal cuando apenas y te levantas de la cama solo, Milluki. —contraatacó maliciosamente el albino, divirtiéndose al ver la expresión de furia y vergüenza del azabache. Lo único que tenia de bueno la habitación de las torturas era que podía molestar a su hermano mayor todo lo que quisiera.

—Serás.... me da igual. No tengo tiempo para tus malas bromas, hoy tengo la agenda ajetreada.

—¿Acaso tienes que ver un anime nuevo o qué?—preguntó desinteresado Killua mientras observaba como su hermano se ponía unos guantes—No, espera... salió un juego nuevo y lo quieres estrenar, ¿verdad?

El Monstruo | killugonkilluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora