Capítulo 1: Bienvenido a los Zoldycks

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¿Y como iba a saber que el final
sería el comienzo de todo?
Solo una desconocida

[⚜️]
(Hace ocho años atrás...)

Lluvia.

La lluvia le empapa en cuestión de segundos, su ropa se pega a su diminuto cuerpo pero esa es la menor de sus preocupaciones en ese momento.

Duele.

Su cuerpo y mente duele, en especial su piernas, las cuales palpitan dolorosamente, pidiendo a gritos un descanso. Sangre saliendo de su nariz, pasando por su boca, mezclándose con la lluvia rodando por su cara antes de caer de su pequeño mentón. Tiene un ojo entrecerrado, que se le dificulta al abrir por las lágrimas.

¿Como pasó todo esto?

Sus pies descalzos corriendo por el musgo resbaladizo del bosque, su respiración entre cortada y gritos de fondos los cuales intenta ignorar.

Lleva media hora corriendo.

Su cuerpo no le da las suficientes energías, y como no imaginarlo, aquella noche no cenó. Recuerdos revividos recientes en forma de imagen le pasan por la mente, torturándole lentamente, su cuerpo ya le estaba matando como para que su mente le hiciera una jugarreta sucia.

Ayuda.

Pero no puede, todos los habitantes de la isla le odian, ¿quien sería el que le ayudara a esas horas de la noche?

Que alguien nos ayude.

Su último recurso es escabullirse en los más profundo del bosque, ahí si habría algún ser vivo que le ayudara.

Mito-san... Abu...

Es como si aún siguiera escuchando los gritos de su tía en el fondo, pidiéndole que escapara y no mirara atrás, que se salvara por lo menos él. Volvió a escuchar disparos, ¡Maldición! ¿Acaso no podrían darle un respiro? ¿Es enserio que aún le están persiguiendo?

Es entendible el porqué le persiguen y el para qué, pero ¡Dios mío! ¡Solo es un niño! Aparte su tía y su abuela nunca hicieron nada malo, ellas no tuvieron que entregar su vida para salvarlo, no se lo merecían.

Fue cuando un rostro fugaz pasó por su mente, haciéndolo parar de golpe.

¡Kon!

Su amigo, el cachorro de oso zorro que estuvo cuidando desde hace cuatro meses, estaba dentro de una cueva cercana de su casa, ¿que pasaría si también fueran a matar a Kon?

Se volvió de sus pasos pero cogiendo una ruta diferente y más rápida, iba lo más velozmente que podía con sus ya frágiles piernas, con las pocas energías que le quedaban intentó llegar nuevamente a la vivienda que una vez fue su hogar. Se paró dramáticamente al verlo, la casa estaba en llamas y Kon estaba vivo, pero estaba metido en una jaula como si fuera un animal de circo.

El pequeño cachorro intentaba contraatacar, pero en cada intento que hacía le daban una descarga eléctrica, haciendo que pegara un chillido del dolor. Fue cuando sus miradas se encontraron, aquellas pupilas cristalinas color café le pedían ayuda, haciendo que todo su interior se desmoronara.

Gon intentó ir a su rescate pero un gran peso le cayó encima para luego movilizarlo—Te atrapé, renacuajo. —fue lo único que llegó a escuchar para luego sentir como le pinchaban el cuello con una jeringuilla de color azulado, a saber Dios que contenía eso. Intentaba forcejear pero era inútil, era demasiado tarde.

Su cuerpo le pedía a gritos un descanso, sentía sus párpados cada vez más cansados, y sus energías se iban como pétalos de cerezo con el viento.

El Monstruo | killugonkilluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora