Capítulo 11: Pétalos marchitados

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Denme tiempo, ya volveré a ser yo
otra vez.
—Carlos Gómez B.

[⚜️]

El cielo estaba nublado y ya había pasado una semana desde que el albino encontró a su amigo en tan mal estado. Desde entonces no se volvieron a ver. Ni si quiera podía verlo pasar por el laboratorio por las mañanas, ya que lo habían trasladado al subterráneo. El mismo donde lo encontró.

Tampoco Alluka o Kalluto llegaron a verse de nuevo con el moreno. Estaban igual que su hermano mayor. Incluso cuando iban a su habitación a tocarle la puerta nadie contestaba o abría, aun sabiendo que Gon estaba ahí. El moreno solo los ignoraba.

Los pequeños Zoldycks estaban confusos con el comportamiento del chico. Ni si quiera su hermano mayor les quiso explicar que paso aquel día cuando lo buscó, o por lo menos que paso después de que se encontraran.

Aunque tampoco era como si el albino estuviera en condiciones para una charla amistosa. Al haberse rebelado contra su padre se ganó doble castigo. Al principio Silva quiso ser el que le castigara pero Illumi se opuso, el más mayor de los hermanos Zoldycks se ofreció en ser el que castigara al menor, evitando que el padre hiciera algo. Tampoco era como si este se hubiese negado, sólo dejó a su hijo hacer lo que quisiera.

Illumi sabía la verdad detrás de las lecciones y castigos de su padre, ya que él fue el primero que las experimentó. Por esa misma razón no quería que ninguno de sus hermanos sufrieran lo mismo que él sufrió.

Noches en vela eran las que estaba el albino, lamentándose por ser un inútil y no ser lo suficiente fuerte. Y esta noche no era la excepción, aunque esta vez estaba su Aniki para confortarlo.

—A-Aniki... él me odia, estoy seguro...—lloriqueaba el menor contra el pecho de su hermano mientras que esté intentaba calmarlo con palabras suaves y acaricias—¿P-Porque soy tan inútil...? No puedo salvar a nadie...

—No digas eso, Kill... Lo siento por haberme chivado a padre, pero me sorprendí cuando te vi escapándote con... eso. —susurró lo último, intentando buscar las palabras exactas para describirlo y no ofender a su hermano, ya que algo que había notado con el paso de los días era que el albino había llegado a construir lazos con aquella criatura—Solo estaba preocupado de que ese renacuajo te hiciera algo a ti o a los peques, no quise meterte en problemas... ¿estás enfadado conmigo, Kill?—el nombrado negó frenéticamente aún con la cabeza escondida entre el pecho del mayor—Lo siento, Kill... ¿sabes que te quiero, verdad?—el nombrado asintió lentamente, escondiéndose un poco más—Me gustaría hacer algo para recompensarte...—Killua al escuchar eso se tensó.

Bueno...—empezó, llamando la atención de Illumi—Hay algo en que podrías ayudarme...

(I)

Hoy es un buen día para morir.

Pensó Gon mientras jugaba con una moneda de oro que le había regalado Gotoh. Una de las tantas cosas que había descubierto de aquel mayordomo era de que tenía un fetiche con coleccionar monedas. Desde antiguas hasta de distintos países.

Ahora mismo nuestro protagonista se encontraba columpiándose de un árbol que había echo crecer en aquella blanca y enfermiza habitación que siempre le obligaban meterse. Ya que Silva lo había dejado solo con unas semillas para un experimento, se había aburrido y había convertido aquellas pipas en aquel gran tronco de madera con hojas el cual se columpiaba como mono.

El Monstruo | killugonkilluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora