Bramble 14

618 56 6
                                    

Ver a Silver cansado era algo habitual, pero ver a Sebek con ojeras, era nuevo para ti. 

Habían pasado tres días desde tu charla por la noche con Malleus y no le habías vuelto a ver en ese tiempo. Sabías que había estado dos de esos días con el otro en la biblioteca y te dijeron parecía ocupado por lo que no preguntaste, pero te preocupaba lo que pudiese haber sucedido. Qué tal si era por tu culpa y en realidad solo te estaba evitando.

— E..esto... Sebek, ¿tienes un momento?

— ¡! Joven señorita. No la había notado. Qué necesita. 

— Bueno... Me preguntaba si te encontrabas bien, te ves realmente cansado...

— Que la joven señorita se preocupe por mí... Siento que fallé con mi deber.

Aún cansado te parecía gritaba y exageraba demasiado las cosas. No es como si fuese algo malo que te preocupases por su salud. Además te sentías culpable en cierto modo aunque no sabías si realmente eras la causa de que Malleus le estuviese haciendo trabajar tanto.

— Intenta tomar un descanso... Y... ¿C..cómo está Malleus?

— Me avergüenza decir que yo he dormido más que mi joven maestro. Solo ayer se tomó un descanso de media hora y continuó. 

Ya te dijo en su momento que no necesitaba tanto dormir, pero igualmente te parecía demasiado, no podía estar trabajando con lo que sea y no descansar. Qué tan ocupado estaba.

— ... ¿Tienes que entregar esos papeles? Lo haré yo, ve a descansar.

— No, el joven mae..

— Sebek, es una orden. Descansa.

No confiabas del todo en que tuvieses la autoridad de mandarle algo, pero teóricamente si eras la prometida de Malleus entonces eso tendría que darte el suficiente derecho para por lo menos pedir algunas cosas. Esperabas que dar una orden a Sebek estuviese dentro de lo que podías. 

Pareció dudar un poco, pero puesto que te mantuviste firme acabó cediendo. Esperaba que eso no hiciese que su joven maestro le regañase más tarde. Además, si era que le llevabas tú todo quizá acabarías convenciéndole igual descansase y no es como si eso no tuviese que ver contigo. Después de la charla que tuvieron era claro que serías la señora de la casa.

Por si se trataba de algo importante que no debieses ver no leíste lo que estaban en las hojas y se lo llevaste así directamente a Malleus.

— ¿Se puede?

— ¿Animalito? ¿Qué hace aquí?

— Vine a entregar en lugar de Sebek esto. Le mandé a descansar. Espero no te moleste...

— No, está bien... Déjelo aquí.

Te acercaste a dejar en la mesa lo que llevabas. En todo momento notaste como te miraba fijamente, cosa que te puso algo nerviosa e incómoda. 

— Emm... Oí que apenas dormiste. Tampoco sé si comiste apropiadamente...

— ¿Está preocupada?

— ¿Eh? A..ah, sí. 

Te parecía extraño que se diese cuenta tan rápido ¿Tan obvia fuiste? Quizá era por lo que hablasteis.

— Aún no acabé, pero puedo acompañarla si son solo unos minutos.

Te alegraba oírle decir eso, pero más que te acompañase en lo que sea, preferías que descansase. 

Le dijiste lo que pensabas en voz alta. Puede que realmente quisieses estar con él, pero de qué servía si por culpa de ello podía estar luego peor. Lo primero era su salud. Que fuese más fuerte que el resto no le convertía en inmune. 

Raganos palikuonisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora