Tengo tantas preguntas y tan pocas respuestas.
Mi madre dice que con frecuencia la vida es así. Pero no lo debería ser. Es injusto. Como también es injusto tener que levantarse temprano hoy para ir a clases.
Abro los ojos de golpe y veo el techo azul marino con pequeños puntos pintados estratégicamente como si fuesen estrellas. De pequeña, exigí que mi padre pintara mi techo así. Me gustaba el cielo lleno de estrellas. Me relajaba. El problema es que ahora no se ve como cielo nocturno por culpa de la luz mañanera. Suspiro y me levanto de la cama con una pereza infinita.
Hago la misma rutina de la mañana y salgo de mi casa dispuesta ahora a caminar todo el tramo hasta encontrar un autobús hacia el instituto. Hoy no está lloviendo así que no me preocupo mucho. Lo que si me preocupa es pensar en más preguntas que necesitarían respuesta.
Encuentro a Dominick parado al costado de su automóvil con una sonrisa de suficiencia.
— ¿Te llevo, preciosa? —pregunta.
Sin contestarle corro y subo a su auto de un salto, sonrío como si tuviésemos una confianza infinita.
Es cierto que Dominick me saca de quicio algunas veces, y que también es idiota. Pero no pasa nada entre nosotros. Tampoco es que tengamos algo romántico o cosas de esas, solo somos amigos. Además no podría soportarlo como algo más. Nuestra relación terminaría siendo inspiración para una novela, y yo terminaría como una de las “mujeres asesinas”.
Entre todas estas cavilaciones y el manejo silencioso de Dominick, no me di cuenta de un auto negro que nos impedía el paso. Me lleva un minuto darme cuenta que es el mismo auto Touring que ayer casi me atropella. Abro la boca para comentárselo a Dominick pero él ya está bajando del auto, maldiciendo.
—Quédate en el auto—murmura con ira contenida. Lo miro confundida por su reacción.
En toda mi vida leyendo libros, cada vez que esto sucedía en algún escrito y la chica desobedecía al chico, renegaba infinitamente y maldecía a la muchacha. Resulta malditamente exasperante una chica terca y estúpida. Ahora sé lo que se siente, y teniendo la curiosidad de una mujer, bajo del auto y camino junto a Dominick.
< - Definitivamente eres como Anastasia -> le dice a mi mente, haciendo alusión al personaje femenino del libro Cincuenta Sombras de Grey.
—Caballeros, ¿podrían quitar su auto de nuestro camino? Tenemos prisa—les habla educadamente Dominick.
—Dominick, que gusto verte – contesta un muchacho mientras su ventanilla baja lentamente. El muchacho debe tener la edad de Dominick, 18 años, pero sus ojos son duros, negros como el carbón, que lo hace parecer mucho más joven. Tiene la cabeza rapada con pequeñas rayas. Además de un tono de piel paliducho, acentuado aún más ya que toda su ropa y accesorios son negros. Sus facciones son duras y tiene apariencia de metalero. Pero algo me dice que no lo es, no lleva la típica camiseta de Led Zeppelin o algo por el estilo. Es como si fuese a un funeral, pero por el odio en su mirada dudo que le inviten a alguno. Ladea la cabeza con curiosidad mirándome con una sonrisa—. La encontraste. Bien hecho, para algo tenías que servir—dice sarcástico y con una sonrisa torcida.
—No la encontré. No es ella Bill. Y para mí, no es un gusto verte – responde duramente.
Me concentro en escuchar sus pensamientos y me doy cuenta que tiene el mismo bloqueo de mente que Dominick. Lo dejo pasar demasiado concentrada en Dominick y su ira.
Bill sólo sonríe y arranca el carro tempestivamente dejándonos parados en medio de la carretera.
—¿Quién era? —le pregunto con confusión a Dominick — ¿Por qué dijo que me encontraste?
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Anormalidades
RomanceAntonella Wright es una chica de diecisiete años, aparentemente normal excepto por una cosa: Ella es capaz de escuchar los pensamientos de las personas que la rodean. No se equivoquen. Puede hacer esto desde que tiene uso de razón y no sabe por qué...