No pude dormir en toda la noche.
Quizá sí, pero mi subconsciente no podía dormir pensando en el dulce beso de Dominick, en que no era humano, en la historia de los Kracks, pero mucho más… en el beso.
Estaba siendo asquerosamente cursi, lo sabía; y jamás pensé que un beso podía provocar tantas sensaciones.
En algún momento de la noche mi subconsciente se rinde ante el cansancio y sede.
Me encuentro corriendo en un campo abierto mientras Bill corre detrás de mí.
—Te voy a atrapar —gritaba con felicidad.
Aceleré el paso, pero no sabía si introducirme en aquél bosque tupido que veía a lo lejos, o correr hacia la carretera desierta, donde me podría ver con facilidad. Decidí correr hacia el bosque que tenía el color de ojos de Dominick. DOMINICK. ¿Dónde estaba?
Seguí corriendo, pero cometí el error de voltear a ver a Bill. Estaba muy cerca de alcanzarme, aceleré el paso. Siento que mi pie pisa mal y se tuerce en un ángulo antinatural. Caigo estrepitosamente y respiro con dificultad. Ahora que mi cuerpo ha experimentado el descanso aunque sea por unos segundos, se le hará difícil volver a pararse.
Veo un par de manos alzándome de forma agresiva. Me pongo de pie y me trato de zafar de su agarre.
—Suéltame, Billy—gruño.
Entonces veo el resplandor de un cuchillo en su mano derecha. Alza el cuchillo y entonces yo alzo la vista para verle la cara. Dominick me mira con rabia y el cuchillo acelera con fuerza hacia mi pecho. Cierro los ojos y grito.
Abro los ojos aterrorizada y con la respiración acelerada. Cierro los ojos y trato de calmarme.
Fue solo una pesadilla, murmuro, solo una pesadilla.
Abro los ojos y me percato que ya hay luz solar. Me levanto y comienzo mi rutina matutina.
La pesadilla me dejó atolondrada pero trato de olvidarme de eso. Dominick jamás me haría daño. Entonces recuerdo el beso de anoche y la cursilería vuelve a mí.
Cuando salgo de la casa diviso a Dominick apoyado en el capó de su auto impecablemente rojo. Paso de largo porque aún estoy resentida.
Me subo al auto en silencio. Él también sube al auto y siento su mirada sobre mí mientras me abrocho el cinturón. Mete la llave en el panel de conducción y hace que el motor vuelva a la vida. Veo de soslayo que me mira y Arranca el auto con un suspiro sin decir ni una sola palabra.
—Lo que hiciste ayer fue desesperante—explica después de unos minutos.
—Lo que sea— murmuro mirando por la ventana.
—No me vengas con esa actitud de niña resentida—replica con tono fastidiado.
—Mmmmh.
—Lo lamento, pero también tienes que lamentarlo tú—dice.
No digo nada y después de un largo e incómodo silencio él se ríe. Lo miro desconcertada.
—Es nuestra primera pelea, ya sabes, es tierno—me explica con una sonrisita.
Acelera el auto y la inercia me tira hacia atrás apegándome al asiento. Observo el medidor y ahogo un grito.
—Dominick—digo calmadamente— ¡¿Nos quieres matar?! —grito perdiendo la compostura.
— ¿Qué? Esto no es rápido—dice como si fuese obvio, mientras señala el medidor—apenas estamos en 120km ¿ves?
Miro por la ventana y no puedo distinguir mucho ya que todo pasa como un borrón. Al menos para mi.
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Anormalidades
RomanceAntonella Wright es una chica de diecisiete años, aparentemente normal excepto por una cosa: Ella es capaz de escuchar los pensamientos de las personas que la rodean. No se equivoquen. Puede hacer esto desde que tiene uso de razón y no sabe por qué...