Capitulo Diecisiete

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Ha pasado una semana sin mucho movimiento ni novedades. Dominick y yo seguimos en nuestra nube de amor. Por si se lo preguntan, no nos hemos acostado. Bill y April siguen tan cariñosos como siempre. Al principio me impresionó ver a Bill tan cariñoso y atento. Se me hacía un tipo muy duro y frío. Pero con April es todo lo contrario. Dominick y yo lo batimos con bromas sobre eso frecuentemente.

Jack y Jeremy han sido bastante reservados. A veces los veo por la casa caminando y riendo. Se gastan muchas bromas entre ellos. La mayoría del tiempo están encerrados en su habitación o fuera de casa. Renzo juega con su hermana, y algunas veces juega conmigo. Eso le pone de los nervios a Dominick quien aún no termina en confiar por completo en ellos. Es un buen muchacho.

—Hey tú—grita cada vez que me ve a la distancia.

Siempre volteo con la misma expresión.

— ¿Qué? —hago un mohín.

— ¿Sabes cómo se dice delgado en coreano?

Rodé los ojos.

— ¿Cómo?

—Fla-ku-ching—dijo tapándose la nariz e imitando el acento asiático.

Yoona apareció y le dio un lapo en la nuca que sonó, estoy segura, a tres cuadras a la redonda.

—Idiota—murmuró.

Renzo y yo nos miramos y reí como no lo hacía hace mucho tiempo.

Yoona y Evelyn son bastante unidas y raramente se les ve separadas. Se escuchan sus risas por toda la casa hasta muy entrada la noche. Ambas son bastante divertidas, aunque sospecho que

Evelyn no me pasa mucho. No volví a tener una conversación tan profunda con Yoona.

No he dejado de pensar en mi madre. Según Dominick, ella sabe que estoy bien. También la han puesto a salvo a ella. Él me dijo que iban a llegar, pero que decidieron no venir por no arriesgar el plan. No se me permite utilizar el teléfono ni ningún aparto que me comunique con el mundo externo. Algunas veces he salido al patio trasero a tomar el sol, pero mi piel se resiste de tomar color. Noté que estoy más pálida que de costumbre, o quizá sea la escasez de luz de la sombría casa.

Por otro lado, Bill y Dominick consiguieron traer algunas cosas para amueblar el hogar. Un televisor y un DVD pequeño. Desde la llegada de aquellos aparatos la convivencia se ha vuelto algo más difícil. Con frecuencia me dejan utilizar el televisor más tiempo que los demás, ya que todos pueden salir y entrar de la casa, excepto yo. La mayoría de tiempo, Renzo me acompaña. O Dominick.

April, Bill y él, salen a hacer quién sabe qué. Los tres me han asegurado que no es nada importante, e incluso se lo hice jurar a Dominick.

—Te lo juro, Ann—dijo solemnemente.

Ahora estoy tirada en mi cama, aburrida y sin nada que hacer.

— ¿Amor?

Me apoyo sobre los codos y veo la cabeza de Dom asomarse tímidamente por la puerta. Sonrió invitándolo a pasar.

— Hemos conseguido juegos de mesa, ¿quieres venir? —dice sonriente.

Abro mucho los ojos y me levanto de mí un salto. Muchas personas creen que es una reacción algo exagerada, pero nadie tiene idea de lo que es estar encerrado sin tener ninguna distracción.

Lo jalo y bajamos las escaleras medio corriendo. Al llegar al pie de las escaleras, me abraza la cintura por atrás. Me volteo y rodeo su cuello con mis brazos.

—Realmente quiero jugar—le digo depositando un pequeño beso en sus labios. Me alejo alegro a donde provienen todas las voces.

—Okey, señorita—escucho a Dominick murmurar detrás de mí.

AnormalidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora