April llegó veinte minutos después de que todo se hubiera calmado. Me había encontrado con los ojos hinchados por haber estado llorando de nuevo. No podía soportar el dolor que me producía el rechazo de Dominick.
Odiaba llorar frente a las personas, pero ella en tan poco tiempo se había vuelto más que mi mejor amiga. Sabía tantas cosas de mí, que parecía que vivía conmigo. Así que le conté todo. Sí. Todo. Desde la estúpida pelea que tuve con Dominick, pasando por la visita inesperada de Billy, y terminando por el reciente rechazo de Dom.
—No entiendo nada Ann. ¿Qué son los Kracks? —había dicho ella. Había decidido introducirla en todo este rollo, así que si la iba a introducir, lo iba a hacer por completo.
Después de una hora de despejar todas sus dudas, ella se quedó en silencio asimilando el torrente de información que le había dado. Se pasó las manos por la cara tratando de aclarar sus ideas. Yo trataba con todas mis fuerzas no escuchar sus pensamientos y darle un poco de privacidad. Pero sin duda resultaba demasiado difícil.
—Dime qué piensas—urgí.
— ¿No que podías leer mi mente? —dice arqueando una ceja.
—No—niego—no leo tu mente, la escucho eso sí puedo hacerlo—trato de explicarle—pero en estos momentos trato con todas mis fuerzas de darte privacidad y no escuchar lo que estás pensando.
—Oh.
Asiento sin decir más.
— ¿Así que me estás diciendo que los humanos no somos la única especie que habita en la tierra?
—Exacto.
—Oye Ann, discúlpame, pero todo esto está de locos—dice moviendo la mano exageradamente.
Nos encontrábamos sentadas sobre mi cama, con las piernas cruzadas.
—Lo sé—acepto—yo también creía que todo era una broma.
—Lo peor de todo—sigue diciendo como si no me hubiese escuchado—es que te preocupas de Dominick y no de una manada de locos salvajes que te quieren sacrificar—niega con desaprobación.
Tuerzo la boca avergonzada. Lo que dice es algo muy cierto.
—Eso también lo sé—le digo con derrota—pero si no fuera por Dom, yo no sabría que esa manada de locos me quiere matar—puntualizo.
—Sacrificar—recalca.
—Es lo mismo. Ambos significan muerte—aclaro.
—Bueno, si—acepta.
Nos quedamos en silencio, y la veo juguetear con un hilo que sobresale de la costura inferior de su camiseta.
—Entonces, ¿Qué harás? —pregunta, para romper el silencio que reina en la habitación.
Me encojo de hombros sin saber muy bien que responderle. ¿Qué iba a hacer? Por mi mente cruzaban mil y un maneras de buscar a Dominick, decirle que me disculpe. Besarlo… No. No puedo hacer eso. Porque mi orgullo es demasiado fuerte. Después de otro largo silencio doy un vistazo a la ventana.
—Sobrevivir hasta mi cumpleaños, supongo—le respondo.
April me mira fijamente.
—No puedes dejarte vencer solo porque un chico te termina—dice con enfado—. El mundo no se ha acabado.
Asiento dándole la razón.
—No dejaré que ninguno de esos idiotas se te acerquen, Ann—dice con decisión—. Lo prometo.
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Anormalidades
RomansaAntonella Wright es una chica de diecisiete años, aparentemente normal excepto por una cosa: Ella es capaz de escuchar los pensamientos de las personas que la rodean. No se equivoquen. Puede hacer esto desde que tiene uso de razón y no sabe por qué...