One shot II(1/7)

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Piel de asno

Había una vez un reino feliz y próspero, donde el rey Chuck y la reina Becky eran amados por todos sus súbditos y el príncipe Castiel era el orgullo de la familia, pues era gentil y bello. El rey, además, tenía un asno que cagaba oro literalmente, así que era asquerosamente rico. Todo iba bien hasta que un día la reina enfermó de gravemente, y en su lecho de muerte le dijo a su esposo:

—Prométeme que te casarás con una persona más bella y bondadosa que yo.

—¡No!—sollozó el rey.

La reina exhaló su último suspiro, y fue enterrada con gran ceremonia. El rey Chuck, recordando las últimas palabras de su amada, empezó a buscar a alguien que se ajustara al perfil descrito, pero el único que encajaba era su hijo, el príncipe Castiel. Este lo encontró desagradable y repugnante pero el rey, que ya estaba más loco que el sombrerero, había tomado una decisión.

El príncipe desesperado, fue a buscar a Rowena, su hada madrina, para que consiguiera evitar ese asqueroso matrimonio. Llorando, le explicó lo ocurrido, y ella le contestó:

—No llores, querido. Pídele a tu padre el chiflado que te haga un vestido del color del sol. Como no podrá hacerlo, tú quedarás libre de casamiento.

Castiel hizo lo que su hada madrina le había dicho, pero el rey apuró tanto a los sastres reales que estos se presentaron al día con el vestido hecho. Este era tan brillante que si lo mirabas durante mucho rato corrías el riesgo de sufrir graves problemas oculares, pero esto al príncipe no le importaba. Volvió con su hada madrina a contarle sus pesares, y esta le aconsejó:

—Pídele un vestido del color de la noche y no podrá dártelo.

Esta vez el rey también satisfizo su petición, y le presentó un traje tan negro que ni el batman mismo, así que volvió a acudir a su hada madrina:

—Pues pídele un vestido del color del cielo. Es lo único que queda, ¿no?

Pero el rey, erre que erre, volvió a conseguir el dichoso vestido. Cierto que era precioso, pero Castiel entraba cada vez más en depresión al ver tantos vestidos y tan pocas probabilidades de evitar el matrimonio. El hada madrina hizo su último esfuerzo en pensar algo:

—Exige la piel del maldito burro ese. A ver si ese tarado de mierda se atreve a matar a su gallina de los huevos de oro. Aunque bueno, precisamente se me ocurren algunas ideas con ciertos huevos reales...

Pero el rey, que estaba ya como para que se lo llevaran al loquero, cogió al burro y lo mató. Supongo que se sintió mal al matar a alguien de su misma especie, pero igualmente le dio la piel al príncipe, que ya no sabía que hacer para no casarse con su progenitor.

—Estoy ya de tu padre hasta los mismísimos ovarios—le dijo el Rowena a Castiel—Mira, vístete con la piel de asno, ensúciate un poco la cara y despéinate. Así te vas a ir del palacio en modo incógnito y no te va a encontrar ni Google. Por si acaso, te doy mi varita para que cuando quieras puedas hacer aparecer los vestidos esos tan chulos. ¡Sayonara, baby!

Disfrazada de esa forma, el príncipe se alejó del reino de su padre, que para cuando se dio cuenta ella ya estaba muy lejos. Mandó a su ejército a buscarlo pero como él estaba camuflado, nunca lo encontraron. Caminando, caminando, llegó finalmente a un pueblo donde nadie lo conocía. Buscó trabajo, y finalmente la aceptaron en una granja, donde todos se burlaban de él por llevar esa piel de asno tan repugnante. Los domingos, que eran su día festivo, se encerraba en su cuarto y se lavaba, se peinaba y se arreglaba mientras se ponía sus maravillosos vestidos y se lamentaba por su situación de mierda.

En ese país reinaba un príncipe caprichoso llamado Dean, al que su madre satisfacía todos sus deseos. Un día, volviendo de cazar, decidieron parar con su hermano en la granja para descansar. Caminando, echó un vistazo por una ventana donde vio un espectáculo que lo dejó medio impresionado y ciertamente medio ciego. Y es que resulta que ¡Oh, casualidad! era domingo, y Castiel se había puesto el vestido de color del sol. Él pensó que quizá era un ángel, por lo hermoso que era y porque casi se le habían quemado los ojos de tan brillante que era el vestido ese. Medio mareado y con miedo de decir nada, salió corriendo de allí. Después, preguntó a los encargados de la granja quién vivía en ese minúsculo cuarto.

—Es una pardillo que vino aquí pidiendo trabajo—le contestaron—Está hecho un adefesio y siempre va cubierto por esa asquerosa piel de asno.

El príncipe se sorprendió, ya que esa descripción no encajaba con el ángel que creía haber visto, pero igualmente volvió al palacio con su madre. Una vez allí, cayó en una depresión severa por haber visto a semejante pimpollo, preocupando cada vez más a su hermano, padres y súbditos. La reina Mary le preguntó:

—Hijo mío, ¿qué te pasa? ¿Estás enfermo?¿Son las hormonas?¿Has visto el final de Supernatural?

A todas sus preguntas, el príncipe sólo respondió una cosa:

—Quiero que Piel de Asno me haga un pie.

Y como el chico de oro quería un pastel, la reina le iba a dar un pastel. Así que mandó a sus mensajeros a que le dijeran a Piel de Asno que el príncipe estaba enfermo y quería un pastel. Castiel no le encontró mucho sentido, pero como que no quería que le miraran los papeles, lo preparó. Se quitó la piel de asno y se puso un delantal blanco, y en la cocina amasó los ingredientes para hacer la corteza y cortó manzanas frescas para el relleno. Mientras mezclaba la masa, puede que de casualidad o puede que no (probablemente), se le cayó uno de sus carísimos anillos de oro dentro del pie y, sin darse cuenta (ya, claro), lo coció con todo lo demás. El pie fue llevado inmediatamente al príncipe, que al ver la deliciosa pinta que tenía y lo bien que olía, no tardó ni un minuto en terminarlo todo. Al comérselo tan rápido, el anillo casi se le atora en la garganta, por lo que se pasó medio minuto tosiendo hasta expulsar la cosita. Al ver esa joya, tan delicada y elegante, le entró aún más depresión porque anhelaba conocer al poseedor de tal hermosura. Sus padres, preocupados, le preguntaron que podían hacer para aliviar sus males. Él contestó:

—Quiero encontrar al dueño de este anillo. Lo amo tanto que me casaré con él.

Entonces, los reyes publicaron un mensaje que decía que a quién le cupiera el anillo se casaría con el príncipe. A palacio se presentaron todo tipo de sujetos y personas, pero a ninguna le quedaba bien la delicada sortija. Entonces el príncipe Dean, que no era tan tonto como parecía, preguntó:

—¿Habéis probado con Piel de Asno, que preparó el pie?

Toda la corte se echó a reír, porque no creían que un mozo tan sucio y desaliñado pudiera ser dueño de una joya tan refinada. Cuando lo llamaron, Castiel estaba poniéndose un vestido, pero se apresuró a cubrirse con la piel de asno y este acudió a la corte vestido con su usual traje. Al llegar, todo fueron risas y mofas, pero cuando llegó enfrente del príncipe y alargó la mano, todos se quedaron mudos, pues era una mano delicada que no parecía de un mozo de granja. El príncipe deslizó en anillo en el dedo de Castiel, que entró sin problema alguno. Entonces, la piel de asno cayó al suelo y reveló a Castiel con el vestido del color del cielo (suerte, porque con el otro se hubieran quedado ciegos). Entonces apareció el hada madrina de Castiel, que con pelos y señales les explicó todo lo que había tenido que pasar el pobre chico y, que además, era un príncipe.

 El príncipe Dean, sin pensárselo dos veces, le propuso matrimonio, y Castiel, que estaba ya hasta los cojones de trabajar en una granja y al ver lo guapo que era Dean, aceptó. 

Y vivieron felices y comieron perdices. 

Fin.

⭐⭐⭐

¡Hola! 

He decidido hacer una maratón de One-Shots (uno por día) para celebrar las 100 partes. Os hago unas preguntas y podéis responderme abajo:

— ¿Qué parejas os gustarían?➡️

— ¿Os gustaría que hiciera más Ohe-Shots tipo cuento o preferís otros?➡️

—¿Os gusta el smut? Nunca he escrito algo de eso, pero podría probar 👀➡️

¡Y eso es todo!

Besoooos💋💋💋

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