One-Shot VIII (7/7)

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Destiel

Los tres cerditos

Había una vez tres cerditos que buscaban casa. Los habían echado de su casa por gorrones, y ahora tenían que encontrar otro sitio para vivir. Los cerditos se llamaban Sam, Dean y Cas, y aunque no eran hermanos, los tres eran muy buenos amigos amigos. Se paseaban por los terrenos buscando el mejor lugar donde empezar a construir sus casitas, y se encontraron a un granjero que iba de paso y que llevaba una carretilla con paja. Entonces, el cerdito Dean, que era muy perezoso, dijo:

—¡Ya lo sé! Me construiré una casa de paja y así acabaré rápido, y podré ir a comer!

Le pidió un poco de paja al granjero, que accedió por lo sorprendido que estaba de ver a un cerdo hablando y caminando a dos patas. Con un par de palotes y unos pocos metros de cuerda, el cerdito Dean se construyó una casita de paja muy mona, y enseguida de acabar se puso a comerse un pie porque tanto trabajar le hacía entrar hambre.

El cerdito Cas decidió hacerse una casita de madera, por lo que fue al bosque y recogió unas tablas. Cogió un martillo y unos cuantos clavos y se puso a montar una casa de madera, con una portezuela muy maja que chirriaba cuando se abría y unas cuantas ventanas que abría cuando quería que entrara el sol. Cuando acabó, salió afuera a jugar con Dean.

Sam, que era un cerdito listo y sabía unos cuantos conceptos de ingeniería, pensó que lo más sensato sería construirse una casita resistente de ladrillo, que aguantara el viento y la lluvia. Fue al pueblo a conseguir unos ladrillos y cementos y empezó a construir una casa. Le llevó mucho más tiempo que a sus amigos, que mientras tanto jugaban juntos y se iban solos a casa de alguno a hacer no se qué. Cuando el cerdito Sam acabó su casa, daba gloria verla. Había plantado bien los cimientos para que no se moviera, con los ladrillos grises y la fachada y la chimenea rojas. Le había puesto dos habitaciones con cama, un comedor, un baño, una cocina y una sala de cine. Además, había añadido una chimenea para que calentase los días de invierno, y había colocado unos sofás en el comedor para que fuera más acogedora. 

Los tres cerditos se alabaron entre sí y se iban a visitar constantemente entre ellos, montando fiestas y quedadas por el bosque. Resulta que por ahí había un lobo llamado Chuck que les tenía muchas ganas a esos cerditos, ya que los veía corretear por ahí y se le hacía la boca agua pensando en lo tiernos que serían y los jamones que podría hacer con esos jugosos muslitos. Pero no acababa de decidirse, hasta que llegó el invierno y empezó a pasar real hambre. El lobo estaba famélico, y decidió ir primero a la casa que le parecía más blandengue: la de paja. Llamó a lo que se suponía que era la puerta, para ser educado, y el cerdito Dean le respondió:

—Cas, ¿eres tú? 

—Ejem... Sí, soy Cas. ¡Ábreme!

El cerdito Dean notó algo diferente el la voz de Cas, pero supuso que se había quedado afónico o algo. Pero cuando abrió la puerta y vio al lobo, la cerró de golpe.

—¡Ábreme!—gritó el lobo—¡Tengo hambre!

—¡Ni de coña!—chilló Dean—¡No hay suficiente pie para los dos!

—¡Entonces soplaré y soplaré, y tu casa derribaré!

El lobo se puso a soplar, que combinado con el aire que hacía hizo que la casita de Dean saliera volando por los aires. Este se fue corriendo a casa del cerdito Cas.

—¡Cas, por el amor de Dios, abre la puerta! ¡Que se me quieren zampar de merienda!

Cas, sobresaltado por esa súbita visita, lo dejó entrar. Dean cerró la puerta resoplando, y le dijo que un lobo hijo de perra había querido comérselo y había desintegrado su casita. Cas lo tranquilizó. 

—Tranquilo, esta casita es más resistente. El lobo no podrá con ella.

Al poco rato tocaron a la puerta. Se oyó a una voz grave decir:

—¡Abre, soy Dean!

Los dos cerditos se escondieron detrás de la mesa. Cas le dijo a Dean:

—¡Si no sobrevivimos a hoy, quiero que sepas que te amo!

—¡Yo también te amo!—respondió Dean.

El lobo, afuera, rugió:

—Así que tampoco me queréis abrir, ¿eh? ¡Pues soplaré y soplaré, y la casa derribaré!

Y como la otra vez, el lobo se puso a soplar y la casita salió volando por los aires. Los dos cerditos se largaron cagando leches hasta la casa del cerdito Sam, que estaba tranquilo leyendo junto al fuego mientras se hacía una sopa, cuando los otros dos empezaron a aporrear la puerta como locos. 

—¿Qué os pasa? ¿Ya os habéis declarado vuestro amor?

—Ehm sí, pero eso no importa ahora.—atajó Dean— Nos persigue un lobo hijo de perra que parece tener muchas ganas de comer bacon. Ha destruido nuestras casitas y ahora está viniendo hacia aquí.

El cerdito Sam comprobó que todas las puertas y ventanas estaban cerradas, y entonces les sirvió un poco de sopa a los dos.

—¿Y cómo ha sido?

—Bueno,—explicó Cas— yo estaba tranquilo en mi casa cuando Dean vino a llamar a la puerta como si le fuera la vida en ello, y...

—No, eso no—lo cortó Sam—La declaración.

—Un poco apresurada, bajo riesgo de vida o muerte. Lo normal.

En ese momento, golpearon la puerta con violencia.

—¡Malditos cerdos, abridme la puerta!—gritó Chuck—¡Tengo mucha hambre!

Pero la puerta, que era de roble sólido, se mantenía firme en su sitio. El lobo, encolerizado, exclamó:

—¡Si no abrís, soplaré y soplaré y vuestra casa de mierda derribaré!

Entonces, empezó a soplar como había hecho con las otras dos casas, pero esta no se movió ni un centímetro. Por mucho que el lobo soplaba y golpeaba la puerta, esta no le daba bola. Así que pensó:

"Me estoy muriendo de hambre y ahí dentro seguro que hay un gran banquete de cerditos. Y seguro que se está calentito, porque sale humo por la chimenea... Espera, hay una chimenea. Si subo por la chimenea y me dejo caer sin romperme las piernas, seguro que los pillo desprevenidos y me los como con patatas. Sí, eso es lo que haré"

El lobo subió al techo y se dejó caer por la chimenea, seguro de que iba a sorprender a los cerditos, pero Sam, que era listo, había dejado el fuego encendido por si se le ocurría esa maravillosa idea. Cuando Chuck saltó, el fuego seguía más vivo que nunca, y este cayó sobre él dando alaridos de dolor. Los cerditos, que estaban muy distraídos en la sala de cine viendo una película, no se dieron cuenta de nada hasta que volvieron al comedor y vieron al lobo achicharrado entre las cenizas del fuego.

Y vivieron felices y comieron mucha sopa.

Fin

⭐⭐⭐

¡Hola!

Siento mucho no haber actualizado estos días, pero estaba en semana de exámenes y llevaba un estrés encima que no podía con él. No os preocupéis, que ya vuelvo a actualizar, con este capítulo como el último one-shot. Espero que os hayan gustado,

Besoooooos💋💋💋

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