Especial navidad III (One-shot)

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Dulce Navidad

—Dean, ¿que estás haciendo con eso?

—¿No lo ves, Cas?—dijo este mientras cargaba un enorme espumillón rojo y dorado— Estoy decorando el búnker antes de que Sam, Gabriel y Jack vuelvan.

—¿Por qué?

—¡Por que es navidad, hombre!—exclamó Dean—¡Y ahora tenemos la oportunidad de celebrarla todos juntos! Lo de la Sra. Butters no cuenta, estábamos en agosto, y además celebramos pascua justo el día después de Nochevieja. 

Cas ponía cara de no entender nada, pero Dean le restó importancia con una mano acabó de colocar el espumillón en la escalera, y le preguntó:

—Y ahora, ¿quieres ayudarme a hornear unas galletas? 

—Claro Dean, si tú quieres...

—¡Pues, vamos a la cocina!

Con todos los ingredientes en la mesa, empezaron a preparar galletas de glaseado con forma de renos, trineos, campanas, etc. En un momento, a Cas se le cayó la harina y quedaron los dos cubiertos del polvo blanco, tanto que parecían los dos muñecos de nieve. 

—Ni una palabra de esto a Sam, ¿ok?

Siguieron amasando y horneando las galletas, hasta que les quedó una bandeja llena. Luego, empezaron a decorarlas con glaseado, y mientras que Cas se esforzaba por hacerlas lo más realista posible, Dean les ponía caras graciosas y las pintaba de colores que no les correspondían, como una galleta en forma de estrella a la que convirtió en Patricio de Bob Esponja. Cuando terminaron, limpiaron todo y se tiraron al sofá a esperar a que los otros llegaran.

— Y entonces, ¿cómo va exactamente lo de Santa Claus?

Dean le explicó que era un buen hombre que repartía regalos a los niños buenos y carbón a los niños malos, dependiendo de como se habían portado durante el año.

—En resumen—dijo Cas—Es un anciano con sobrepeso que observa a los niños mientras duermen, se cuela en las casas por la noche, se come la comida de la gente y a cambio deja uno o dos regalos, ¿no?

—Joder Cas, si lo dices así suena mucho peor. Santa Claus es solo un cuento, no existe de verdad.

—¿Y como explicas lo de los regalos, si no?

—Son los padres los que compran los regalos y los dejan al pie del árbol. A medida que pasa el tiempo, los niños se dan cuenta y empiezan a darse los regalos entre sí.

Cas parecía decepcionado.

—No te preocupes—lo animó Dean—Seguro que hay un montón de niños ahí fuera que creen en Santa. Y hablando de eso, ¿qué tal si vamos a comprar regalos para todos antes de que vuelvan y mañana los dejamos al lado del árbol? Jack nunca ha celebrado así la Navidad, y tampoco creo que haya recibido muchos regalos.

Cas asintió, y dejaron el búnker decorado para ir a buscar los regalos. Cuando volvieron, los demás aún no habían llegado, así que dejaron los regalos bien escondidos. Justo acababan de cerrar la puerta, cuando la puerta del búnker se abrió y llegaron Sam, Gabriel y Jack.

—¡Ya hemos vuelto!—anunció Gabriel.

Entonces, los tres se fijaron en la decoración del búnker y el lo navideño que estaba todo. A Jack le brillaban los ojos mientras corría hacia el árbol de Navidad.

—¡Que pasada!—exclamó, observando el árbol detenidamente.

Este tenía ornamentos de color rojo y dorado, algunos angelitos y cuadros suyos. Habían decoraciones por todas las paredes y techo, con luces de colores iluminando todo el espacio.

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