Sentimientos Encontrados ~MitsuBoru [Terminada]

Mi Pequeño Juguete Sexual

Capítulo XVI:

—Hoy me ayudarás con mi deseo sexual.

El rubio al oír eso sintió como una fuerte corriente recorría su espalda, suspiró y sus lágrimas empezaron a brotar de sus apagados ojos.

—Hey, no llores, aún no he empezado. —Replico la azabache acercándose al oído del rubio  no sin antes terminar lamiendole la oreja, seguidamente prosiguió a alejarse y a quitarse sus prendas de vestir, se subió en el cálido cuerpo del rubio. Lo observo, le dio algo de tristeza pero no le restó importancia al fin y al cabo esto era lo que ella quería.

Comenzó a darle unos suaves masajes en su miembro, Boruto en un intento por gritar, fue callado con un arma que apuntaba en su mentón.  —Si dices algo, te vuelo los sesos, ¿está claro? —Asenti frenéticamente  mientras mi respiración se agitaba y las lágrimas salían de mis cuencas oculares.

¿Que podría hacer?...

Nada, nada podía hacer, todo terminaba en una muerte asegurada si finalizaba haciendo algo estupido. Suspire y cerrando mis ojos me dispuse a aceptar para no morir.

La azabache puso su arma en el suelo y bajando rápidamente, cogió el miembro del rubio para empezar a masturbarlo, se acercó a la cara del ojiazul y sin detener los fuertes agarres frenéticos que tenía en su miembro, lo beso.

Un beso apasionado  y con mucho deseo por parte de Sarada, adentrándose un poco más metiendo su lengua en la cavidad bucal del rubio, jugaba con su lengua, le gustaba.

Pero por parte del rubio la mantenía inmóvil, le asquea el solo pensar que Sarada lo está utilizando como un objeto, un objeto sexual.

Quería llorar, más porque Mitsuki no estaba conmigo en estos momentos, lo necesitaba, sabía que yo no podría hacer nada contra ella, esta demente sin duda alguna, es una de las personas que viven por puro deseo y lujuria.

Dirigiendo su miembro a su boca, Sarada comenzó a hacerle un oral, subia y bajaba rápidamente, mientras movía sus manos circularmente provocándole un audible gemido proveniente del rubio.

Subiéndose encima del Uzumaki lo miro, mientras metía su dedo índice en su boca. —Creo que te quitaré la poca virginidad que te queda.

Sentí mi cuerpo estremecer al oír tales palabras, seguidamente ella tomó un trapo y lo metió en mi boca, le negué frenéticamente en un intento para que se detuviera pero no fue posible, se veía decidida de lo que iba a realizar.

Empezando a dar pequeños saltos sobre el, se sostuvo de las caderas del rubio, acelerando las auto embestidas que se daba la azabache, termino por aferrarse a los hombros del ojiazul, incrustando sus uñas en estos.

Haciendo movimientos rápidos y precisos, provocó que el rubio se viniera para seguidamente venirse ella.

Aún no satisfecha se levantó y tomo el miembro del rubio, agitandolo nuevamente y con más  fuerza, provocó que el Uzumaki gimiera de dolor, pero eso a ella no le importaba.

—Es suficiente.

Dicho esto vio como Boruto se desmayó, aprovecho la ocación para soltarle las cadenas, metiendo todo eso y más cosas que trajo en su maletín, seguidamente salió de la abandonada casa. No sin antes haberle advertido al rubio antes de que se desmayace que esta no sería la única vez que le pasaría aquello.

(...)

Pasaron las horas y el rubio por fin despertó, con un dolor severo de cabeza, repleto de moretones en todo su cuerpo, y chupetones por todo su cuello.

Con cierta dificultad se levantó y se dirigió hacia el baño, mirándose en el espejo sus lágrimas brotaron rápidamente, se sentía sucio y usado.

¿Que sentido tiene mi vida si voy a vivir así por el resto de esta?

Tome un bisturí que estaba cerca del espejo, apuntandolo hacia mi cuello cerré mis ojos y lo dirigí hacia este con todas mis fuerzas posibles.

—Ni chan... ¿Que haces? —Pregunto la Uzumaki menor sujetandome del brazo a pocos milimetros de que el arma blanca tocara con mi piel.

—Eh, no es nada, so-solo que me tropecé y casi me lo incrustó —Dije en un intento por engañar a la pequeña, ya que aún era muy inocente. —Gracias a ti no paso a mayores.

Sonreí mientras ella soltaba mi brazo lentamente, puse el arma corto punzante encima del  lavamanos Y viéndola salir del pequeño cuarto tome el bisturí y lo guarde nuevamente.

—Himawari... Alargaste mi horrorosa vida que apenas comienza.