Dakota - 1 de Julio

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- Sí, sí, ¡¡¡de mayor voy a ser caballo!!!

- ¿Cómo?

- De mayor voy a ser caballo.

- ¿No será camello?

- Mierda. – Una risa estridente, con flores fumadas. Y no de plástico.

El sol era rosa. Pero lo peor de todo es que era de noche. Y dos niños mantenían esa conversación.

Niño uno, niño dos. ¿Pero qué coño...? ¿Camello? Ah... para la hierba. Ahora entiendo. Pero poco.

¡Era temprano! Vaya. Eso era genial, genialmente aburrido.

Bajó a desayunar y para cambiar un poco, pero solo un poco, desayunó cereales. No había nadie en su casa, pensó en ello, en vivir sola, pero no, tenía miedo. Vivir solo implica varias cosas como la responsabilidad, dinero, casa, trabajo... No, no estaba preparada. Ya le tenía miedo al año próximo, cuando terminara el instituto y se enfrentara a la universidad. Universidad. No sabía ni qué carrera quería estudiar, mil dudas explotaban en su cabeza y tan solo eran las diez de la mañana.

Recogió su desayuno imponiéndose no pensar. <<No. No. No-pienses-coño>>

Miró el calendario, todavía faltaban unas semanas, antes de irse con Michael. Le temblaron las rodillas. <<No, ¡no pienses!>>

Subió a su habitación y no le dio la rara gana de recogerla, abrió la ventana todo lo que pudo, con un fuerte golpe. Y comenzó a tocar una pieza para piano, Summer 78.

Hizo que sonara muy fuerte, quería despertar a todo el mundo que estuviese durmiendo. Más fuerte. ¡Más!

<<¡¡¡Mierda!!! ¿Qué hora es?>> Dejó de tocar, mirando hacia la ventana.

<<Mierda, mierda, mierda por dos mil veces, y también por infinito>>

- ¿Megan? - <<dime que no te has ido, dime que no te has ido>> - ¿MEGAN?

No se lo podía creer, su jodida hermana se había ido, o eso creía, y nadie la había avisado, no es que le entusiasmara la idea de despedirse dándose tiernos besitos, pero joder, un abrazo y un hasta luego nunca están de más. A parte, es su hermana y la quiere, dejando aparte todas sus peleas.

La volvió a llamar. Y nada. Pensó en el móvil, pero su hermana iba a estar incomunicada por dos semanas. Mierda.

Bajó hacía la planta baja. Mirando hacía todos lados, buscando algo, algo desordenado, porque allí estaría Megan.

Que los cojines estuvieran en el sofá, quiero decir, encima del sofá, bien puestos, no era buena señal. Se le saltaron las lágrimas, en realidad solo dos, pero le daba una rabia tremenda, quería a su hermana, y se había ido, sin despedirse. Subió a su habitación otra vez, culpando a la regla de esas lágrimas. Fue a cambiarse de compresa. Por dios, que puto asco.

- ¡Adiós! Oh, sí, a las siete. Ponte guapo. ¡Guapo!

<<PUTA>>

- Megan, ¿Qué...? ¿Qué haces?

- Mirarle el culo a un tío bueno... - Dijo Megan contestando a su hermana, sin mirarla, estaba apoyada contra la puerta, Dakota bajaba por las escaleras, subiéndose los pantalones.

- Creía que te habías ido a tus súper orgías.

- Oh, Dakota ¿Qué día es hoy?

- Ni-puta-idea.

- Uno de Julio. Y me voy el trece. Así que deja tu paranoia, niña loca y deja libre el aseo, que voy a lávame el pelo.

- ¿El pelo de donde? – Se rió Dakota, se alegró de que su hermana no se hubiera ido.

DERIVADonde viven las historias. Descúbrelo ahora