DERIVA

Noah y Dakota - 8 de Julio

Es el problema de las arenas movedizas, la cagas si las pisas...

<<¿Quién fue la primera persona que se enamoró en el mundo? ¿Cómo se sentiría? ¿Lo sabría? Pero... el amor... ¿Existía o era una invención de noches de borrachera, de matrimonios por conveniencia, de la publicidad y Hollywood? ¿De verdad se sentía eso? ¿Se podría explicar? ¿Era para siempre? ¿Era tan emocionante? ¿Estoy enamorada? Imposible.>> Ella jamás había visto a una persona enamorada... de verdad verdadera, o quizás se equivocara. Pero es que no se podía quitar la sonrisa tonta, estúpida.

Abrió el frigo en busca de una botella de agua helada, tenía una sed increíble. Leah lo miraba atenta mientras que se comía su desayuno de cereales y leche. Paró al darse cuenta de que su hermano se iba a beber una botella casi entera de agua en cero coma siete segundos. Se le quedó la boca medio abierta, y la cuchara en el bol. El seguía bebiendo, mitigando su sed, intentándolo al menos. Terminó y miró a su hermana, como percatándose de que estaba allí, se secó la boca con su mano izquierda.

- Vaya... Noah ¿Quieres cereales?

- No, ya he desayunado.

- ¿A dónde vas?

- Voy a hacer deberes.

- Ya claro – Dijo Leah, comiendo cereales.

No le dolía el cuello.

Estaba tocando tan tranquila su piano cuando Megan llegó.

- ¡Una semana! ¡Una semana y la menda se va a liarla parda por cualquier playa nudista!

- ¿Entonces para qué tanta maleta Megan?

- Oh, bueno, hay que ser un poco insinuante...

Dakota estalló en carcajadas ante la perspectiva de insinuar con un vestidito que no tapaba nada, y nada es muy poco.

Cuando subió las pocas escaleras que llevaban hacía donde el Viejo del Faro gritaba algo que Noah no llegó a entender, se sintió mal, pero continuó.

- Me cago en los putos hijos de puta malnacidos...

- Fetos... - Dijo Noah, sentándose en una silla, junto a una ventana.

- Fetos demoniacos de sus putos padres maricones y...

- Capullos...

- Capullos de dios, eso es lo que son. – Dijo el Viejo del Faro, percatándose de la llegada del chico.

- Buenos días.

- ¿Qué hostias haces aquí?

- Quería ver lo guapo que eres. – El viejo le enseñó todos los dientes amarillos, en una especie de sonrisa – No, en realidad venía a que me invitaras a una cerveza.

- Ten – Le cedió.

- Gracias.

Esta vez comieron solas, Megan y Dakota, su madre volvía a irse a no se sabía dónde.

- Y... Bueno... ¿Has hablado con tu pequeño John?

- Oh, no empieces, te lo pido...

- Es muy mono, Koti.

- Ya...