- ¡Por favor! ¿Alguien me escucha?
Gritaba Dakota, o eso intentaba, esta vez estaba en medio de una calle, grande y gris, las baldosas estaban resbaladizas, mojadas por la lluvia fina que caía; había mucha gente, demasiada, la empujaban al intentar abrirse paso por la multitud, todo el mundo muy ocupado, hablaban por sus móviles, todos de color rojo, Dakota no entendía por qué, comenzó a gritar, pedía ayuda para algo urgente, muy urgente, necesitaba ayuda de alguien, de quien fuera, pero nadie... NADIE, la escuchaba. Su voz se ahogaba, su maquillaje chorreaba por sus mejillas, nadie la miraba, gritos ahogados... ¿hola? ¿Por favor? Por favor...
Cuando terminó de ducharse bajó a la cocina a buscar a su hermana.
- ¿Dónde estás?
- No estoy para ti – Contestó Leah.
- No puedes seguir enfadada, soy tu hermano favorito.
- Eres un gilipollas, que es distinto.
- ¿Quién coño te enseña esas palabras Leah?
- Tú.
- Genial. ¿Y tú madre?
- Se ha ido a trabajar. Igual que papá.
- Doblemente genial. Oye, me tengo que ir, ¿vale? ¿Quieres que te acerque a casa de alguna amiga?
- ¿No ves que estoy pasando de tu cara?
- Adiós Leah, cualquier cosa – Suspiró - Vecinos.
Cuando Megan entró a su habitación se tiró en picado sobre su hermana, que dormía a pierna suelta.
- ¿Cómo fue? ¿Cómo fue? ¿Cómo fue? – Y así, sucesivamente.
- Meg... Megan... Joder. Aaah.
- Ibas muy guapa y él está tremendo, quiero decir, que sí, es monísimo, tiene un moreno sexy, ay, dios, pero que monos, los dos, ¿os cogisteis de la mano? ¿Te besó? ¿Tienes condones?
Dakota no sabía si su hermana estaba fingiendo o era de verdad lo que le preguntaba. Suplicó que fuera la primera opción.
- No, no, no...
- Pues eres tonta, niña.
- Vamos Megan, no me gusta, es mi amigo.
- Ya, claro.
- Lo digo en serio. Mira, es algo raro lo que siento.
- Explícate.
- Él es muy simpático y agradable conmigo ¿sabes? – Bostezó. - Es una persona con la que me gusta estar, me estoy dando cuenta, pero... le falta algo... no se... me quiere... pero yo a él no.
- Oh... - Puso cara de preocupación – La reserva...
- ¿La reserva?
- Sí.
- Ahora explícate tú. – Dijo Dakota acomodándose en la cama.
- Veamos. La reserva es la persona que siempre está ahí. No, no me pongas esa cara. La reserva es el tío a quien le gustas, pero que tu solo le tienes cariño, aprecio. Pero no amor.
- Eso es retorcido.
- Pero cierto. Ya te darás cuenta. Son años de experiencia.
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DERIVA
RomanceEl verano comenzaba y ninguno de los dos esperaba encontrarse, no eran tan diferentes como parecía a simple vista. Él no era tan malo, ella no era tan débil, pero para llegar a comprenderlo tuvieron que buscarse, esconderse, odiarse y sin duda, vol...