tienes que ser feliz igual

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Al ya conocer la casa de Gustabo a la perfección,Horacio se fue directamente al cuarto de invitados que el mismo había proclamado propio,dejando allí sus bolsos y empezando a guardar su ropa en el armario de la habitación

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Al ya conocer la casa de Gustabo a la perfección,Horacio se fue directamente al cuarto de invitados que el mismo había proclamado propio,dejando allí sus bolsos y empezando a guardar su ropa en el armario de la habitación.

Por la puerta entró Gustabo con dos cajitas de jugo,una en cada mano.

G:hey Horacio ¿Como vas con tu mudanza?

H:bien,ya guardé la mitad de la ropa que traje...que traje en un bolso

G:ahora te ayudo,toma,un jugo de manzana,como te gusta

Horacio agarró la caja que contenía el jugo de su sabor favorito y de la parte trasera de la misma,despegó la bombilla que venía y la clavó en la parte superior de la caja,para darle un largo trago al contenido.

H:gracias

Gustabo,aún con su jugo cerrado,y Horacio dejaron las cajas sobre un mueble de la habitación.

Ambos se pusieron a doblar la ropa de el de cresta y luego a guardarla en el armario.

G:¿Por que nunca me dijiste nada?

H:es que...estaba enamorado,tú por suerte nunca te toco una relación así,pero Volkov podía ser tan...malo,y segundos después podía tratarme como un rey...y eso último era lo que me hacía convencerme a mi mismo que debía quedarme con él,que solo tenía que cambiar y ser como él quería que fuera

G:¿Y como quería que fueras?

H:nunca lo supe,tampoco hablamos de ese tema

G:y pensar que la primera vez que lo vimos,pensamos de todo menos en que era un loco y abusador de mierda

H:no quiero pensar en él nunca más,ya me a arruinado bastante la vida como para que aún se quede en mi cabeza

Gustabo dejó la remera que estaba doblando y levantó una mano,que al instante fue chocada por la de Horacio.

G:así se habla,escúchame bien,esa herida en tu cabeza va a sanar y cuando lo haga,saldremos de fiesta y nos tomaremos hasta el agua de el baño y despertaremos en quién sabe dónde

H:que asco...pero acepto

Así siguieron hablando mientras terminaban de guardar las últimas prendas en el armario.

Mientras,en la comisaría,Conway estaba rojo de furia,tanto por culpa de Horacio,por haberse callado tanto tiempo, y por culpa de Volkov,que había tenido el coraje de levantarle la mano al que consideraba como un hijo.

Conway estaba en su despacho,sentado en su silla,mientras que al frente suyo estaba Volkov,esposado de las muñecas,sentado en la silla donde acostumbraba hacerlo Horacio.

A cada lado de el ex-comisario había dos policías custodiando que no haga ninguna tontería. Fuera de el despacho había dos agentes más,custodiando la puerta. Órdenes de Conway.

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