IX

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Los iris verdes observaban con tristeza el reino que se encontraba a una buena distancia de donde estaba, los barrotes de la ventana del carruaje le permitían ver el indeseable destino que llegaría a Camelot, se alegraba que su hijo no estuviera allí, así no vería tanta sangre y violencia que se desataría en unas horas.

— Hizashi... Por favor, protege a nuestro hijo, no dejes que nada le pase...

...

Corrió con todas sus fuerzas, sus piernas quemaban y le rogaban que se detuvieran, pero no podía permitirse ese lujo, el bicolor estaba arriesgando su vida para darles ventaja y llegar primero al reino. Sin embargo, se sentía tan mal por dejarlo, era cierto que había vivido un buen tiempo solo en aquel bosque encantado, afrontando todo tipo de riesgos estando ciego y solo con la ayuda de su fiel ave, Gin... Pero eso no quería decir que él era invencible 

Esto esta mal, se dijo a si mismo, algo malo va a pasarle, necesito ir enseguida. Sus pasos de detuvieron abruptamente, sorprendiendo al dragón de cuatro cabezas, el joven de melena corta giró sobre sus talones y salió corriendo devuelta hacía el bosque, no podía evitarlo... Estaba tan preocupado por el otro chico, casi no la cuenta cuando la flecha le atravesó, ahora estaba completamente solo con un montón de tipos que tenían múltiples armas con las cuales herirlo.

Y entonces...

— ¡Atrápenlo! 

¿Cómo pudo ser tan estúpido como para pensar en que estaba a salvo del peligro? ¿Cómo es que pensó que nada malo pasaría? Ahora estaba rodeado por los guardias de All For One, le habían inmovilizado en el suelo con cuerdas y cadenas, la espada le fue arrebatada y en frete suyo pudo ver con horror a esa persona de la cual se supone que debía de salvar a todos...

— Pero que tenemos aquí... — miró directamente los ojos de su rival, estaba tan enojado con esa persona, ¿quién demonios se creía que era? — Ah... Escalibur... — el hombre de rostro desfigurado acarició con cariño el filo de la espada — Es mía... Para siempre... — All For One le miró con ojos desquiciados — Causas demasiados problemas, jovencito, igual que tu padre.

— No lo menciones — escupió las palabras con la furia que sentía, de reojo buscó al dragón de cuatro cabezas, esperando que no fuera descubierto.

— He esperado años para tener esta espada... — siguió hablando el traidor de Camelot, riéndose de la situación como si fuera lo más divertido del mundo — Y ahora me aseguraré de tenerla para siempre.

De sus sucios ropajes sacó un frasco pequeño y enjuto, contenía un líquido algo espeso y de un color verde brillante, cuando sacó el corchó que lo mantenía alejado del ambiente salió un humo negruzco, la exótica pócima tocó la empuñadora del arma y de pronto luces producto de brujería emergieron del metal.

— ¡Sean testigos de la nueva era! — exclamó con melodrama.

Una nube negra se formó por arriba de sus cabezas, las llamaradas verdes cubrieron el brazo del enemigo, brazo el cual sostenía el arma más letal del reino. Fueron largos gritos desgarradores los que acallaron la poca paz que aún reinaba, cuando la fumarola con fuego se disiparon pudo ver con horror como el antebrazo del hombre desfigurado había sido reemplazado con el filo de la espada.

Pero... ¿Qué había hecho?

...

Jadeantes, las cuatro cabezas buscaban al chico de cabellos bicolores, ¿Cómo demonios había dejado escapar a esos tipos? ¿Cómo es que los alcanzaron? Debían de ir rápido para poder planear un escape, después de todo el peliverde se había vuelto presa de esos sujetos, la mirada verdosa de enfocó en ellos cuando estaba siendo arrastrado a la carreta. Su mirada lo decía todo... "Huyan"... ¡Demonios! ¿¡Dónde estaba ese ciego!?

La Espada Mágica (TODODEKU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora