Capítulo 2

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─ Papi, ¿Por qué te vas? ─ Le preguntó un pequeño Hoseok de cinco años.

─ Porque soy diferente. ─ Le dijo el señor acariciando el cabello de su pequeño. ─ Pero no olvides que te amo aunque debo irme lejos.

Hoseok asintió intentando no llorar, el Señor Jung rió suavemente porque el pequeño tenía su naricita rojita y sus ojos llorosos.

─ Yo también te amo, papi. ─ Le dijo con la voz un poco quebrada.

─ Aunque me vaya no olvides esto, Hoseokie, eres especial y nunca dejes que nadie te haga creer lo contrario... espero que un día encuentres esa persona que de verdad te ame. ─ Le dijo, el señor Jung realmente esperaba aquello, esperaba que su hijo encontrara a alguien muy diferente a su madre quien lo había mandado a la mierda al sólo enterarse de su secreto.

Fue así, por que el Señor Jung ocultó toda su vida el secreto familia, ellos podían hacer magia y la magia podía heredarse, así cómo el la había heredado de su abuelo; Pero su padre no había podido hacer magia por lo que él creía que Hoseok sería un humano normal.

Ocultó éste secreto exitosamente de la Señora Jung, por muchos años, hasta que un día ella lo atrapó realizando un simple movimiento mágico. Ella se volvió loca llamándolo abominable, hereje, demonio, hijo del diablo y quien sabe que cosas más.

Y el señor Jung ni siquiera podía hacer gran magia, simplemente podía mover cosas, cosas que no fueran de metal.

Decidió irse, pero con un futuro incierto no podía llevar a Hoseok por lo que lo dejó con su madre. Él debía esconderse, no fuera a ser que la señora Jung revelara que él podía hacer magia y entonces ellos vinieran por él.

Le dió un suave beso a Hoseok en la frente y le susurró una vez más que lo amaba. Luego de eso huyó y se ocultó. Se fue tan lejos que nadie supo a donde estaba, cambió su identidad y se ocultó en los barrios menos visitados del lugar donde estaba.

Hoseok nunca volvió a saber de su padre.

Ese día se fue a su habitación llorando, ni siquiera quiso hablar con su madre para la cena porque no la soportaba, ella era la culpable de que su papi se fuera. Se acostó en su cama y cerró los ojos intentando grabar en su memoria las últimas palabras de su padre, pero mejor se levantó y fue a escribirlas, aún no podía escribir muy bien, pero hizo su mejor esfuerzo para dejar grabadas aquellas palabras en papel.

Se regresó a su cama pensando, ¿Por qué su mami había llamado a su padre cosas tan feas?

Así es, él había estado presente en ese momento, pero no había entendido ni la mitad de las horribles palabras que salieron de la boquita de su "dulce" madre. Se había sorprendido y se sentía herido.

Parpadeó dejando que una lágrima más se deslizara por su mejilla. Luego volteó a ver por la ventana que quedaba a la par de su cama, incluso la noche era oscura, como si supieran que era un día triste. Su paraíso se estaba convirtiendo en un infierno, porque para Hoseok su hermosa familia había sido como el cielo estrellado más hermoso.

Cerró sus ojitos deseando con todo su ser poder ver las estrellas otra vez. Hoseok era fuerte y su energía interior era más grande de lo que pudiera imaginar; Por eso cuando abrió sus ojos pudo ver estrellas, pero no eran las estrellas inalcanzables en el cielo. Estas estrellas estaban en su habitación.

Se sentó en su cama observando las hermosas luces que habían aparecido de la nada y entonces movió su mano para alcanzar una. No podía tocarla en sí, pero había una sensación cálida en aquella pequeña luz. Movió su mano y la luz aumentó, entonces pensó que tal vez él estaba haciendo aquello.

No se equivocaba.

Hoseok cerró sus ojos pensando en que las luces se fueran y cuando abrió de nuevo, las luces ya no estaban. Se sintió algo nervioso porque era extraño, él no miraba a nadie más haciendo y deshaciendo luces.

Respiró profundo pensando en aquellas estrellas nuevamente y cuando las vió aparecer frente a él sonrió.

En ese momento escuchó la puerta de su cuarto.

─ Hoseok, ¿Ya te dormiste? ─ Se giró rápido en su cama y desapareció las hermosas luces con su mente.

Cuando su madre abrió la puerta para ver si estaba dormido todo era normal. El pequeño niño fingió estar dormido hasta que la puerta de su cuarto sonó, su madre ya se había ido. Se levantó de la cama y corrió a su puerta para poner llave silenciosamente; aunque tenía prohibido poner llave, no le importaba en ese momento.

Luego caminó al centro de su habitación preguntando qué otras cosas podía hacer.

Comenzó a crear pequeñas ilusiones con sus luces, no podía hacer nada muy grande, había intentado hacer la forma de su padre, pero terminó con una mini ilusión de su padre que lo hizo reír en silencio. Esa noche se desveló creando diferentes formas que le venían a la mente, las luces eran hermosas y cálidas, lo consolaron, por unos instantes lo hicieron olvidar el dolor de haber perdido a su padre, porque, de cierta forma, él sentía que si él podía hacer luces, no estaba tan lejos de su papi.

Y tenía razón porque ahora su magia era lo único que lo unía a su padre.

A la mañana siguiente se levantó emocionado, tenía que contarle a su madre lo que había descubierto que él podía hacer. Tal vez podría enseñarle las hermosas estrellas a su mami, o hasta podría hacer una sola estrella un poco más grande y sería como "haberle bajado una estrella del cielo."

El pequeño niño corrió emocionado bajando las gradas de su casa, entró a la cocina para hablar con su mami, pero se detuvo al ver que ella hablaba por teléfono.

─ Hice que se fuera ese maldito mentiroso. ─ Había dicho la Señora Jung sin darse cuenta que el pequeño Hoseok estaba ahí. ─ Él pretendía que yo aceptara que la magia era algo hermoso cuando todos saben que esas brujerías son del demonio. Maldito, probablemente iba a arruinar la vida de mi Hoseok.

Hoseok contuvo la respiración, ¿Y si sus luces eran magia? Sí sus luces tenían que ser magia, ¿Qué más iban a ser?

─ Sí los llamé, pero no creo que lo encuentren, el imbécil se fue a las horas de que me diera cuenta. ─ Dijo la señora Jung.

Hoseok comenzó a retroceder silenciosamente y, cuando estuvo afuera de la cocina, corrió de regreso a su cuarto. Su respiración algo descontrolada por no poder entender completamente lo que decía su madre, pero sabía que era algo malo, muy malo. Tal vez no era buena idea decirle a su madre sobre sus luces, tal vez no debía decirle a nadie sobre sus luces.

Pegó su pequeña espaldita a la puerta de su habitación y se deslizó al piso hasta quedar sentado sosteniendo sus piernitas, sentía las lágrimas asomarse pero no quería llorar. Levantó una mano creando una pequeña ilusión que lo hizo sentir cálido, él no podía creer que aquellas hermosas luces fueran algo malo, o algo de esas palabras que había dicho su madre.

Simplemente no se sentía así, se sentía bien y era hermoso.

Apagó la ilusión en su mano y se mantuvo en aquella posición intentando calmarse, tal vez era mejor no volver a hacer una de esas ilusiones.

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Cirque du Soleil | JungHope | Libro 1 ☆ (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora