Capítulo 2.

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Todavía no ha acabado el día, y sigo atrapada en este convento de monjas. Y sigo todavía más desesperada por que llegue la noche, y no por que tenga ganas, sino por que Diego va a dormir en la litera que está encima de la mía, y eso me desespera.

La verdad es que estoy muy confusa con este temita. No paro de pensar en Diego, ni un solo segundo. Me pregunto que estara diciendo, con quién esta hablando, que esta pensando y sobre todo de que estará hablando. Haber, sinceramente, no creo que me vuelva a gustar. Es más, no voy a dejar que me guste otra vez. No puedo. Tengo que olvidarme de él, siento que si me acerco otra vez, me hará mucho daño. Más que el que me hizo antes, y eso me asusta. Asi que intentaré ir en el tren correcto y no cambiar de railes y estrellarme contra la pared o caerme al vacio.

Todavía sigue siendo hoy. Son las 6 de la tarde y estoy demasiado aburrida. No paro de pensar en que hacer, y en él. Estoy conversando con Sonia sobre lo que nos parece el lugar cuando alguien sujiere que juguemos a "bote-bote". Ese alguien, es Diego. El juego es algo muy parecido al escondite. Alguien cuenta y los demás se esconden. El que se la queda tiene una pelota que debe dejar en el suelo. Asi que mientras pilla a loa demás, Los que se esconden tienen que intentar darle una patada a la pelota para que se libren los que están eliminados.

No se como leches lo hago pero siempre me la tengo que quedar yo. Empiezo a contar... 1, 2, 3, 4... Mientras cuento, me pongo a pensar a quien pillaré, quien le dará a la pelota, cuando terminaré de cont... ¡30! Empiezo a mirar...

- Bote bote Carla, bote bote Anguela, bote bote Irene... - lo único que quiero es pillar a Diego y asi decirle "Jodeteee!!". Sinceramente, me sienta muy bien. Estoy intentando encontrarle cuando de repente oigo un balonazo. Mierda. Era Diego. Dandole una patada al balón y librando a todos los que estan eliminados. Y aparte de eso tirando el balón a freir churros y para rematar, tengo que recogerlo yo. Miro a Diego con mala cara y me dice gesticulando, "¡Jodeteee!". "Vete a tomar por culo" gestuculo yo también. Unas partidas después, decidimos dejar de jugar y descansar. Estaba hablando con Sonia sobre Diego. Le contaba lo que había pasado, cuando... "PUMM!" Una pelota me da en toda la cabeza. Me doy la vuelta y veo a Diego con Daniel partiendose el culo.

- ¿Pero a tí que coño te pasa conmigo? ¿Acaso te he hecho algo malo?- Dije de mala ostia.

- Es que me apetecía pegarte.- Me contesta. Yo mientras le miro pasmada ante la situación, le doy vueltas a lo acaba de decir mientras estoy con la boca abierta.

- "¡Me quieres dejar en paz por una maldita vez! Es que ya no doy a basto contigo joder. Todo el día contra mi, pegandome, tocando las narices y encima, sin yo haberte hecho daño alguno." Me hubiera gustado decir todo eso, pero no tuve el suficiente valor para hacerlo asi que simplemente dije- Tú es que eres un gilipollas...- Cogí un balón e inteté darle, pero fallé. Seguí intentandolo hasta que le dí. Hay empezó la pelea. Ostrass como duelee... Un balonazo tras otro chocaban contra mi cuerpo. Intentando esquivar, pero nada. Seguian los balonazos y no paraban, hasta que cogí el balón y lo guardé. Doloridá me llegué obligada a entrar en el edifidio. Encerrandome en el baño, me quité la camiseta ya que me dolía mucho el brazo. Y miré. " Puto imbecil de mierda..." tenía todo el brazo rojo a la vez morado. Me daba miedo mirar. Me volví a poner la camiseta. Unas gotas saladas salían por mis ojos castaños enrrojecidos a través de mis mejillas rojas.

"¿Cómo una carita de angel, puede ser el mismo gemelo del demonio?" me pregunté. Me limpio la cara y al salir del baño me encuentro a Sonia delante de mi narices. La cojo del brazo, la arrastro hasta el baño y nos encierro.

- ¿Estas bien?- me pregunta.

- Si- Mentira. - Sonia, no puedo dejar que llegue la noche. No puedo dormir debajo de ese gilipollas.

- Lucía, tienes que aguantar. Ya no se pueden hacer ningún tipo de cambios. Yo que tu le ignoraría. A demás, piensa que mañana es el último día aquí y no lo tendrás que ver tanto. Encima pronto acabamos las colonias y te iras a tu querido pueblo Algatocín.- asentí. Me ayuda a limpiarme la cara. Al salir del baño, nos encontramos a Diego en la habitación. Le mirabamos con mala cara mientras pasabamos a su lado y mientras nuestros hombros colisionaban.

Llegó la hora de cenar y... ¡Oh, MIERDA!

Contigo, y sin ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora