Sus pies estaban anclados al suelo, sin moverse, mientras sentía su cuerpo temblar ligeramente. Sabía que lo último no tenía nada que ver con el frio, porque para este punto estaba seguro que solo quedaban pocos meses para que el verano llegara. Era algo más; miedo. Sí, eso era. Una emoción que no creyó que volvería a sentir.
Estaba en un lugar desconocido, una zona alejada de la cuidad en la cual nunca había estado. Las casas acá eran más pequeñas, hasta se atrevería a decir, acogedoras, con vecindarios pequeños y sin gigantes edificios alrededor. No era la clase de ambiente al que estuviera acostumbrado y no combinaba para nada con la vida ajetreada que llevaba en la ciudad, pero no parecía tan malo. Se veía como un lugar tranquilo. Aunque, sus emociones no estuvieran cerca de estarlo.
Aspiró algo del aire limpio del ambiente, sin humo de carros u olor a tabaco, para luego dar un paso hacia adelante. Uno. Eso fue lo único que logró dar antes de esconderse tras el cuerpo de su delante. Unos brazos no tardaron en rodearlo, para luego sentir unas suaves caricias en su espalda y una mano pasando cuidadosamente por sus cabellos moviéndose en lentos círculos, de la clase que siempre lograba calmarlo. Solo que ahora, no funcionaban demasiado bien.
Se aferró al cuerpo que lo rodeaba, creyendo que podría servir como una clase de escudo para no tener que enfrentar sus miedos. O, puede que simplemente en estos momentos necesitara sostenerse de algo; algo real, que no lo soltaría a menos que se lo pidiera.
—Podemos volver otro día —dijo una suave voz contra sus cabellos. Levantó la mirada para ver al dueño de esta, quien lo miraba con una expresión tranquila y amorosa —. Cuando te sientas listo podemos volver a intentarlo —aseguró él, apretando ligeramente su agarre a su alrededor.
—Hemos conducido en esta dirección casi por una semana, para que luego termine arrepintiéndome y te haga darte la vuelta. Te dije que si lograba bajar del auto, lo haría. Ya bajé, puedo con esto —intentó que sus palabras sonaran seguras, y lo hicieron por un momento, hasta la última oración salió en un susurró. Una ligera mueca se posó en el rostro del rubio, pero no luchó.
—Está bien —murmuró él, para luego dejar un corto beso en sus cabellos. Tuvo que luchar para alejarse lentamente del otro cuerpo, perdiendo el calor que este otorgaba, para luego volver a estar parado en su delante —. ¿Quieres que toque o prefieres hacerlo tú?
—Hazlo tú —pidió, en una voz baja y pequeña. Luke asintió, todavía con esa expresión insegura, pero no desobedeció su pedido.
El dedo del rubio presionó el pequeño timbre de madera, teniendo que darle la espalda para hacerlo. Se quedó detrás de su cuerpo, mientras escuchaba ruidos provenir del otro lado de la puerta y voces bajas. Tal vez, no debía hacerlo.
Estaba a punto de aparecer en la vida de una persona que hizo lo posible para huir de ese pasado que la estuvo atormentando por tantos años, para encontrar paz, ayuda. Pero, ahora se estaba presentando en la puerta de su casa por un tonto presentimiento de que alguien que vivía ahí todavía lo quería, que lo estaba esperando. Estaba por cometer una gran equivocación si es que no era así.
Escuchó unos pasos, que hicieron que su corazón quisiera salir de su pecho y su respiración se aceleran, era un sentimiento abrumador que lo estaba embargando, y ni siquiera sabía que era- quien era, la persona que se encontraba del otro lado de la puerta. Su mano tomó instintivamente la del chico de su delante, quien no tuvo que dar la vuelta para entrelazar sus dedos y darle un ligero apretón, haciéndole saber que se encontraba ahí; a su lado.
Luego, de un momento al otro escuchó la cerradura moverse, para que finalmente la puerta se abriera, revelando a una mujer delante de ella. Fue en ese instante que sintió su corazón en su garganta y todo el aire que estuvieron aguantando sus pulmones, por lo que parecieron horas, fue liberado. Ahí estaba ella; su madre.
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Fight So Dirty But Your Love So Sweet [muke]
Fiksi PenggemarAlgunas veces solo se tenían a ellos, lo único que los hacía sentir vivos, como una llama en una fría noche, lo mejor que les podía pasar en sus vidas. Otras, solo eran extraños, completos desconocidos que alguna vez ocuparon un lugar en la cama del...