𝑪𝑳𝑨𝒀 | Obidei

EXTRA II

Óbito salió de la oficina, había sido un día muy relajado.
Se subió a su auto en dirección a una cafetería para comprar algo para Deidara y para él.

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Ya iba camino al departamento con un Americano para él, un Mocha Latte para Deidara y unos muffins de chocolate.

Estacionó el auto y le puso la alarma. Llevaba las bebidas con cuidado, no vaya a ser que se le cayeran. Ya tenía experiencias con eso pero no le gustaba hablar de ello.

Subió por el ascensor porque le daba pereza subir por las escaleras. Iba buscando las llaves en sus bolsillos.

Llegó y se encaminó hacia su departamento, era pequeño pero muy lindo. Perfecto para una pareja recién casada.

Abrió la puerta con dificultad ya que tenía las manos ocupadas. Entró y un olor dulce lo recibió, a Deidara le gustaba perfumar el departamento a vainilla.

- "Dei, cariño, ya llegué" - Colgó su abrigo en el perchero y dejó la bolsa donde venían los alimentos sobre la mesa del comedor.

- "Hoy llegaste más temprano" - Salió de la habitación y se dirigió a Óbito - "¿Cómo te fue?" - Le dió un beso de bienvenida al azabache.

- "Hoy estuvo muy tranquilo todo"

- "¿Quieres que prepare algo para cenar?"

- "No es necesario. Traje café y muffins" - Le señaló la bolsa al rubio.

- "Muchas gracias, la verdad no tenía ganas de cocinar" - Se rió apenado.

Óbito acomodó las sillas y ambos se sentaron frente a frente. Deidara sacó la comida con desespero porque tenía mucha hambre, al azabache le parecieron tiernas las acciones del rubio.

"Esto se ve muy rico" - A Deidara se le hacía agua la boca.

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Se tomaron el café y comieron los muffins mientras conversaban, de vez en cuando reían y se coqueteaban.
Terminaron de cenar, limpiaron y tiraron los envases y envolturas al cesto de basura.

- "Te ves especialmente hermoso hoy" - Óbito elogió a Deidara.

- "¿Eso a qué viene?" - Se fue acercando al azabache.

- "A que vas a ser mío" - Arrinconó al rubio contra la pared y lo besó.

- "Hazlo no solo lo digas" - Se abrazó a Óbito y colocó sus piernas al rededor de la cintura de este.

Óbito llevó cargando a Deidara hasta su habitación y cerró la puerta con un empujón. Recostó delicadamente al rubio sobre la cama y se volvieron a besar pero ahora más apasionadamente.

- "Óbito, t-te amo" - Dijo Deidara entre jadeos.

- "Yo también te amo"

Esa noche volvieron a entregarse mutuamente.

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