𝓨𝓸𝓸𝓷𝓰𝓲

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Pisaste el baño temblando, con tu largo cabello mojado hacia atrás.
La ducha era tu momento favorito del día, el agua estaba caliente y abundante.

Llevabas puesto nada más que tu bata de baño, deseando relajarte. Te paraste en tu ventana, exhalando con satisfacción ante el hermoso cielo ante ti. 

De repente sentiste un par de manos en tu cintura, lo que hizo que te estremecieras violentamente. Diste un suspiro temblorosa al darte cuenta de quién eran esas manos, su toque se te hacía bastante familiar, suave y reconfortante.

Susurraste

-La próxima vez, dame una advertencia antes de hacer eso- dijiste con una risa baja. Te volteaste pata observar a tu novio Yoongi

Sus ojos cafés siempre han y serán siendo una fuente de consuelo para ti. Había una calidez entre los dos, ya que él era la madera que podía arder con una llama dorada y, sin embargo, estar perfectamente completa para siempre.

Su cabello era del  color castaño de la caoba envejecida, rico y profundo, pero con los matices sutiles que solo el tiempo trae. 

Sonreíste delicadamente y alzaste tu mano hasta tocar su cara, queriendo memorizar todos sus rasgos, la delicada curva de su mandíbula, lo cálido que eran sus mejillas y labios, él era perfecto.

Yoongi sonrió delicadamente, acercándose a tí y dejándote oler su dulce aroma , uno que haría que los latidos de su corazón se ralentizaran al tipo de ritmo que generalmente se reserva para los sueños más profundos.

Te atrajo en un beso lento al que respondiste, pasando tus dedos por su cabello y poniendo una mano en su pecho, sintiendo como los latidos de su corazón aumentaban.

-Te extrañe- susurro, dejando un beso suave en tu frente. Sonreíste apoyando tu cabeza en el hueco de su cuello mientras él acariciaba tu cabello con cariño

-Por que sigues regresando? eres un principe y yo solo soy...solo soy una chica pobre del pueblo, se supone que debes cortejar a alguien hermosa y rica, y... - fuiste interrumpida por otro beso, uno lleno de emociones. Su lengua dibujaba lentas figuras de ochos dentro de tu boca, sus manos en tu cintura atrayéndote más hacia él.

Separándose con un suave tirón en tu labio inferior.

-hablas demasiado, yo estoy enamorado de ti, eres mucho más que solo una chica del pueblo. Tu eres mi princesa, y quiero pasar el resto de mi vida contigo.

La repentina confesión no hizo más que ponerte aún más nerviosa, tiñendo tus mejillas con un suave tono rosado. Sintiéndose contenta, abrazaste su cuello. Sus dedos rozaron tu mejilla, metiendo un mechón suelto de cabello detrás de tu oreja.

-Eres un suertudo de que mi hermano no te vio escabulléndote en mi cuarto, él no sabe que estamos juntos...y no lo quiero preocupar, trabaja muy duro

Yoongi suspiro, acariciando tu mejilla

-Puedo ayudarte de alguna forma? enserio quiero hacerlo, no es tu culpa que tus padres no esten aquí para hacerlo - sonreíste delicadamente, depositando un beso en  su nariz

-El hecho de que me ames es suficiente, aún no puedo creerlo.. - Yoongi sonrió gentilmente, observando tus ojos, viendo genuino afecto en ellos. Apoyó su cabeza en tu hombro, enrollando sus brazos alrededor de tu cintura

-Bailemos 

Lo miraste sintiéndote avergonzada

-Yo no...no se como hacerlo 

-Cariño, estas conmigo, puedes ser tan imperfecta como quieras serlo, soy tu lugar seguro ¿recuerdas?

Tu corazón se ablandó ante sus amorosas palabras, asentiste y abrazaste su cuello mientras él comenzaba a moverse lentamente, mirándote a los ojos.

Cuando las almas comienzan a bailar juntas, de todas las formas que puedan importar, comienza el amor puro.
Tus pies bailaron con música que solo tú podías escuchar, ambos estaban más en casa el uno con el otro de lo que alguna vez habían estado

Sus ojos conmovedores te estaban contando una historia silenciosa, una que solo tú y él podían entender, sobre una niña que creció para ser su princesa, su alma gemela. Tendrían dos hijo juntos,  y se amarían incondicionalmente.

Pero todavía no habías experimentado nada de eso, así que dejaste que te guiara a través de los pasos, confiando en que te mantendría a salvo. Te besó de nuevo, y en su beso, estabas en casa.

-Te amo, mi princesa - sonreíste feliz, sintiendo nada más que felicidad

-Te amo mas, mi príncipe 

Las historias continúan...

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