10: Don't leave me.

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Por DustySunflower44

【10— Suplir — Don´t Leave】

»» Toshinori es conocido por su cordialidad como gerente y, también, por hablar de su amado esposo hasta por los codos; después de todo, es complicado dejar atrás al amor verdadero. ««

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En ocasiones, los empleados del centro comercial «Yūei Kōkō» no pueden evitar cuchichear acerca de Yagi Toshinori. Encantador varón de pronunciada estatura y atlética compostura; atractivo blondo cuya galantería no hace más que cautivar a quiénes desconocen acerca de su compromiso con un seductor azabache.

Asimismo, los variopintos trabajadores del mall se emocionan cuando Toshinori acude a sus respectivos locales a fin de adquirir flores, objetos relacionados a los gatos y demás chucherías.

Regalos para agasajar a su amado esposo, al cual ninguno de los asalariados ha visto, más que en antiguas fotografías. Empero, aquella tarde, un espigado moreno se hace presente en la entrada exclusiva para empleados y, pese a su malencarado rostro y desgarbado andar, son notables sus patéticas intenciones de sorprender al gerente.

Y, de hecho, el recién llegado deja una buena impresión al conocer el apelativo de los encargados y solicitarles de la manera más atenta que le informen sobre la posición actual de su consorte.

¡Él se esfuerza mucho por usted! — Musita una joven, bajita y castaña—. Le gustan los girasoles y las trufas de chocolate blanco. — La chica de mofletes eternamente ruborizados le ofrece ambos ítems al mayor, con cierta vergüenza—. ¡No se atreva a reunirse con Toshinori-sama si lleva las manos vacías!

—Gracias.

El taciturno individuo se atusa el cabello y llama la atención de otra guarda en prácticas: Yaoyorozu, quien de inmediato se ofrece a peinarlo adecuadamente para la cita. A lo que el visitante exhala y admite aquél gesto de amabilidad, por lo que tarda unos minutos en avanzar por el corredor principal de Yūei.

Y, Toshinori advierte de inmediato la creciente tensión en el ambiente, así como los bisbiseos y quisquillosas miradas de las personas que él se encarga de supervisar.

Entonces, el rubio vira el rostro a su izquierda, después a su derecha y… lo ve…

Palidece ligeramente, la quijada le tiembla y respira con presura, los hombros se le tensan y arroja los papeles entre sus manos con tal de arrollar al de oscura cabellera. Y, pronto, Toshinori estrecha al invitado y lo eleva a un palmo de la loseta; el de cerúlea mirada se funde en la calidez ajena y aspira, un aroma que de inmediato lo transporta a su hogar.

—Yagi, estás haciendo toda una escena. — Puntualiza el moreno, a la par que ladea el rostro y observa la emoción desmedida del pecoso asistente de Toshi —. Hmmf. —Rodea al otro con sus tirantes extremidades, correspondiendo al cada vez más íntimo enlace, en el cual el catira emplea toda su fuerza y voluntad.

—Por ti, montaría una obra entera. — Declara, y trata de olvidar las insólitas historias de la ciudad —. Estoy en mi completo derecho, y también en el de invitarte a cenar. — Contempla el rostro de su amado, ignorando a los bulliciosos intrusos que su personal de seguridad detiene en la puerta central en cuestión de segundos.

— ¿Vas a escabullirte de tus obligaciones de trabajo? — Entrevista el espigado individuo con aparente desinterés, dando leves vistazos al estrepito acaecido metros más abajo.

—Bueno, viniste a eso, ¿no es así?

El blondo da una franca risotada, y jala a su acompañante en dirección el área de la terraza, en dónde se encuentran los restaurantes de alta gama. Van tomados de la mano —como en otros tiempos — y Toshinori piensa en lo afortunado que es, en lo imbécil que es al aceptar una engañosa oportunidad del destino.

—Mejor, vamos allá. — Señala el área de comida rápida, dónde sirven tanto soba como lasagna económica —. Una hamburguesa no me matará.

—No, porque ya estás muerto.

Puntualiza Yagi al oído del ser que adoptó la forma de su occiso amante, el amor de su vida. El noble muchacho al que conoció en un accidente vehicular y al cuál se unió en una breve ceremonia en la playa favorita de ambos. El hombre que colocó un cinto de plata en el anular del aún enamorado blondo.

Shota falleció durante el nacimiento de nuestro Yasu. —Parpadea con rapidez, a fin de evadir la invasión de lágrimas en sus ardientes ojos—. Mi error, hablar de él en presente; como si aún…— Da un respingo, controlándose y prestando atención a la mirada ajena, tan distinta a la de su cónyuge—. Así que, dame una buena razón para no entregarte a los agentes de la FDPA.

El ser se tensa, apisona los labios y muerde ligeramente la carnosidad inferior, como si fuese un adolescente enfrentándose al regaño de su figura paterna. Y, a Toshinori le causa gracia observar tal reacción en la fes del que fue —y es— la persona más importante para él; aquél que eligió perecer dando a luz al hijo de ambos.

—Debo irme. — La voz real de aquella entidad es joven (1), como la de Midoriya o Uraraka, así que el corazón le tiembla de inmediato—. L-lo siento. —  Enuncia de forma sincera, honesta—. No estaba enterado, Aizawa-san fue importante para mí. — El cambia-formas se encoge de hombros, porque fue gracias al azabache que consiguió escapar de los laboratorios de la FDPA.

—No te vayas.

El blondo suplica, aflicción descarnada a flote por escuchar más de quién es tan sólo un recuerdo y, el espectro —un crío para su especie—  rememora todas las veces que ha fingido ser «alguien» en ese centro comercial. Y, en todas ellas, Yagi Toshinori fue atento a su persona, sin importar su forma o personalidad; así que, decide quedarse.

Supliendo por un par de horas a aquél al que Toshinori jamás superará.

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(1) El cambia-formas es Hitoshi Shinso, sólo que en este momento no posee nombre o apellido alguno, él es sólo un fugitivo más.

Are you scared? [Erasermight fictober]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora