Era lunes, y Apolo se dirigía a su casillero para sacar los libros de Literatura. Pese a que le gustaba leer, la profesora era una vieja amargada que los hacía leer novelas rosa y baratas y lamentablemente, él, la tenía baja.
Sacó sus libros y sintió una dulce fragancia a rosas y fresas. Sonrió. Char.
Se dio vuelta y la vio en su casillero, enfrente de él. Vestía pantalones negros, zapatillas de lona negras, una remera blanca con un escudo de una banda, y camisa a cuadros rojos. Su mochila negra descansaba en su hombro derecho. Estaba con Cameron y ¿la muchacha rubia cuyo nombre no recordaba? No le importo. Cerró su casillero y se acercó a Char.
–Hola Char.
Las tres jóvenes lo miraron como si fuera un bicho extraño. O peor. Un bicho venenoso.
Él les sonrió y movió la mano derecha.
–Char. ¿Te comieron la lengua los ratones? –Le dijo con sarcasmo.
Cameron lo miro y levanto una ceja.
–“Char” no habla con frikis. –Dijo marcando las comillas con los dedos.
–Cierra la boca, Cam. –La reprendió Charlotte. – ¿Qué quieres Evans?
–Veo que no hay nada de la tímida chica que se despertó en mi cama. –Cameron y la otra chica pusieron los ojos como platos. Charlotte, en cambio, se quedo quieta mirándolo seriamente.
–Te pedí que no mencionaras esa noche, Evans.
–Bueno. –Sentencio Apolo. La tenia justo donde la quería. Atrapada entre la espalda y la pared. No le propondría la idea inmediatamente. Quería tenerla un rato bajo su poder. –Como sabes, tiene que haber una negociación, Char.
La joven comenzó a reír, pero sus amigas se pusieron serias.
–¿Una negociación? ¿Con el “Rarito” Evans? –Dijo la rubia. Charlotte le dedico una mirada asesina. Si las miradas matasen, la rubia hubiera muerto de inmediato.
–¿Qué quieres? ¿Dinero? ¿Un auto? Puedo pagarlo. –Dijo como restándole importancia. Apolo podía leer la pequeña desesperación en sus ojos. Decidió dejar la partida. Por ahora.
–Déjame pensarlo bien. Luego te diré exactamente qué es lo que quiero. Adiós Char. Cam. Rubia. –Dijo inclinando la cabeza en su dirección.
Apolo se fue caminando, miro su reloj. 5 minutos para que toque la campana y la primera hora era nada más ni nada menos que Literatura. Charlotte estaba perdida. La tenía en sus manos.
Ya en Literatura, la profesora les explicaba como redactar una carta. Por decimo octava vez en el semestre. Apolo se tomo unos minutos para admirar la clase. Al fondo, habían un par que escuchaban música con auriculares. Los de más adelante no tenían esa suerte, y debían pasar la clase haciendo garabatos en sus cuadernos o enviando mensajes cada vez que la profesora se daba vuelta.
Charlotte estaba al lado de ella, pero estaba enfrascada en una conversación con ¿Dylan? ¿Quién era Dylan?
–¿Te importa? –Le susurro Charlotte. –Es una conversación privada.
–¿Dylan es hombre o mujer? –Pregunto.
–¿Importa? –Le pregunto guardando su móvil. –¿Qué quieres Apolo?
Él suspiro con sarcasmo.
–Diablos Char, creí que habías olvidado mi nombre. Nadie me dice Evans.
–Deberían. Apolo es bastante raro. No evadas mi pregunta ¿Qué quieres a cambio de tu maldito silencio?
–Depende… Quiero tantas cosas…
Charlotte golpeo la mesa levemente con el puño, provocando que la profesora interrumpiera su palabrería y todos los miraran.
–Señorita Roberts, Señor Evans, ¿Sucede algo?
Apolo sonrió, pero era una sonrisa vacía.
–Para nada profesora Jackson.
–¿Señorita Roberts?
–Al contrario, profesora.
–Bien, pese a que los escucho susurrar desde que empezó la clase, decidiré que ambos están castigados. Los espero fuera de clases. A los dos. Y sin excusas. –Y dicho eso, continuo hablando sobre que era una posdata, donde se colocaba y por qué.
Charlotte miro a la profesora y luego a Apolo, en el momento en que la campana sonaba.
–Estás muerto Apolo. Descubriré que quieres y te lo daré. Incluso si eso significa que yo estaré en el medio.
Tomo su mochila, se dio media vuelta y se fue.
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Despertando con un extraño.
Novela JuvenilCharlotte siempre supo lo que quiso. Era la chica fiestera del grupo. Siempre iba de fiesta en fiesta. Pero cuando Charlotte despierta en la cama de su compañero "nerd" de secundaria decide dejar un poco de lado los excesos. Sabiendo que eso podría...