Charlotte

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La joven se estaba bañando en el baño de sus padres. Le gustaba el gran jacuzzi donde podía relajarse sin que nadie la molestara.

Apolo estaba en su baño, y a ella no le molestaba. Le gustaba el joven y le caía bien.

La noche anterior había sido lo más lindo para ella. Ojala pudiera decir que había sido la primera vez para ambos, pero no podía.

Inconscientemente su mente la llevo hasta esa noche con James, pero ella la ignoró por completo. Estaba con un buen partido, y no quería que nada lo estropeara.

Salió del jacuzzi y se cambió. Su cabello, casi siempre liso tenía las ligeras ondas que a ella no le gustaban. O es liso, o son rulos, decía cada vez que alguien le preguntaba porque se lo planchaba.

Se peino para intentar sacar las ondas, pero fue en vano.

Se puso una musculosa blanca con la araña roja de My Chemical Romance, un pantalón tiro alto gris y una camisa fina negra.

Se calzó sus zapatillas y se lavó los dientes. Cuando termino, intentó atacar de nuevo su pelo con cepillos, pero no funcionó.

Resignada, salió de la habitación.

En el camino hacía su habitación se cruzó con Cassandra.

–Joven Charlotte. –Le dijo. La madre de Charlotte les había pedido que no le dijeran amo a ninguno de los tres, pero se olvido de mencionar que a Charlotte no le gustaba ni “joven” ni “amo” ni ninguna palabra antes de su nombre. –¿Puedo ordenar su habitación?

–Cassandra…–Le dijo sonriendo. –Por supuesto que no. Ahora si me disculpas, debo buscar un par de cosas antes. ¿El desayuno está listo?

–Por supuesto. –Dijo la mujer.

–Agrega otro plato a la mesa.

–¿La joven Dylan o la joven Cameron vendrán a desayunar? –Preguntó mientras iba hacia las escaleras.

–Ya verás. –Le dijo Charlotte mientras seguía sonriendo. Esta vez sarcásticamente.

Abrió la puerta en el momento en el que Apolo salía del panel. Su enmarañado cabello estaba ligeramente húmedo y sus ojos azules la miraban expectantes.

La remera era simple, de color blanco. Le quedaba algo grande. Con los pantalones sucedía todo lo contrario, una pierna estaba rota a la altura de la rodilla.

–Lo siento por la rodilla. La rompí una vez, hace tiempo.

–Está bien, no me molesta. Es más, me quedan bien. Algo sueltos de cintura, pero están bien.

–Vamos a desayunar. –Le tendió la mano. Apolo se la tomó con gusto.

Bajaron las escaleras y entraron en la cocina. El desayuno estaba colocado en una isla, en el medio del lugar.

Charlotte se sentó en un taburete y Apolo la siguió. No había ni rastros de las damas de compañía.

Comieron huevos revueltos y panqueques. A Charlotte no le gustaba el tocino, así que no se cocinaba.

Un pequeño grito ahogado se escucho a su izquierda.

Ambos miraron y encontraron a Cassandra con un gran florero en las manos.

–Joven Charlotte. ¿Quién es él? –Dijo dejando el florero sobre la isla y corriéndose rápidamente hacia atrás.

La joven le quitó importancia.

–El es Apolo. Encontrarás sus ropas arriba en mi habitación.

–¿Usted estuvo con él? –Dijo la mujer. Parecía que le iba a dar un ataque.

Despertando con un extraño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora