Charlotte

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–¿Estás de broma? –Dijo Charlotte cuando despertó. Se levanto de un salto en la cama y su cabeza dio vueltas.

El joven se levanto y la ayudo a sentarse de nuevo, pero ella rechazo su ayuda.

¿Cómo carajos había ido a parar a la habitación de un completo extraño?

Recordaba haberse desmayado, aunque, por supuesto, eso no hubiera pasado.

Lo miro. Unos ojos azules le hacían recordar algo bello, pero peligroso. Luego recordó el nombre. O eso creyó.

–¿Apolo? –Preguntó con miedo.

El sonrió de lado.

–Veo que recuerdas mi nombre. Pensé que jamás lo haría.

–¿Qué diablos hago aquí? –Le pregunto Charlotte.

–Oh, ¿No lo recuerdas? Eso es triste. ¿Sabes que el alcohol mata neuronas, Char? –Le dijo con sorna.

–No me vengas con tus estupideces de nerd, Apolo. Y no me digas “Char”.

–¿Por qué no? Es un diminutivo. Charlotte es muy largo para decirlo completo. –Dijo alargando el “muy”.

–Está bien. ¿Me puedes ayudar? No recuerdo nada de anoche. ¿Cómo llegue hasta aquí?

–Caminando. –Le dijo Apolo, y dicho eso se fue de la habitación.

«Maldito nerd.» Dijo Charlotte. «Lo mataré, juro que lo mataré.»

Tomo sus zapatos y su móvil. Miro la hora. 9 de la mañana.

Llamo a Dylan.

–¡Charlotte! –Le dijo Dylan cuando contestó. –¿Dónde diablos estás?

–En la casa de Apolo. –Le contesto. –¿Puedes venir por mí? No sé como llegue.

–¿Apolo? ¿Apolo Evans? ¿El “rarito? –Pregunto Dylan. –Ni siquiera sé donde es eso.

–Anoche la fiesta fue en casa de Nathaniel, ¿cierto? Tiene que ser por aquí cerca.

–Vale espérame afuera. Ahora voy.

–Está bien.

Charlotte cortó y salió de la habitación. Un largo corredor se abría paso hacia la derecha. Ella lo siguió.

Camino un par de metros hasta que apareció en un espacioso living-comedor. Una cocina, separada por un desayunador se encontraba al fondo de la estancia. Un joven de pelo negro se hallaba preparando algo

–Apolo. –Llamo en un susurro.

–Ven Char. No hay nadie en casa.

Charlotte camino hasta donde estaba el joven. Se acercó al desayunador y Apolo le tendió una taza.

–Bebe. –Ordeno. –Te hará sentir mejor.

–¿Qué es? –Dijo Charlotte tomando la taza y oliendo el líquido. Era transparente y olía un poco acido.

–Agua tibia con limón. Ayuda con la resaca y el dolor de estomago.

Charlotte bebió. En efecto, pudo sentir el sabor del limón diluida con agua. Sintió el agua tibia bajando por su garganta y calmándole un poco el malestar.

–Ahhh. Gracias. –Le dijo dejando el vaso sobre el desayunador.

–De nada. Es bueno ser un poco nerd.

Charlotte le sonrió. Iba a contestarle cuando su móvil sonó.

“LOTTIE. ESTOY EN LA CALLE. DONDE ANDAS?”

–Oye, debo irme. Gracias por el agua.

–No hay de qué. –Había algo raro en su expresión. Como si estuviera pesando la situación en su mente.

–De acuerdo, mejor me voy. –Dijo Charlotte acercándose a la puerta.

–Oh, cierto. –Dijo mientras se acercaba más rápido a la puerta. –Déjame abrirte.

Abrió la puerta cuando el auto de Dylan pasaba de largo. Ella se dio cuenta y retrocedió de inmediato.

–Oh, a propósito. Te agradecería que no le dijeras nada a nadie respecto a esto, ¿vale? Arruinaría mi imagen y la quiero conservar cuando me vaya.

Le sonrió ampliamente. Una sonrisa fácil.

–Por supuesto. Cuídate. Te veré en Literatura el lunes, Char.

–Adiós. –Le dijo Charlotte y se fue sin mirar atrás.

Dylan tenía los ojos como platos cuando su amiga se monto junto con ella.

–¿Desde cuándo te juntas con Apolo “rarito” Evans?

–No le digas así. Se sienta conmigo en Literatura.

–Y en Física y Química. –Dijo Dylan. –En serio. Debes comenzar a darte cuenta con quien te sientas.

–Vale, como sea vamos.

Y juntas se fueron de ahí, sin darse cuenta que Apolo se quedo en la puerta hasta que las vio desaparecer.

Despertando con un extraño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora