La Década

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Estábamos en un lugar que yo no conocía, un lugar triste, solitario, abandonado y un poco sucio. Era de noche, era lo único que podía distinguir.

-Verás, yo soy algo relativo, algo que nadie aún comprende, soy algo sin importancia para muchos, con mucha importancia para otros, infinito para algunos y contado para otros pocos, muchos dicen que estoy sobrevalorado, que soy suficiente, otros tantos dicen que soy muy corto, que soy insuficiente y que arraso con todo a mi paso, porque yo no suelo detenerme, porque yo no perdono las cosas que la gente hace, para otros soy algo muy bonito, algo que cura, algo que une y que es irrepetible. Verás que para muchos soy un regalo y para otros un estorbo, para muchos soy hiriente, para otros pocos soy reciliente, para muchas personas en muchas ocasiones importo mucho y en otras tantas no importo, que en distintas circunstancias valgo mucho y que en otras valgo poco.-Comenzó a platicarme el tiempo de una forma melancólica.

-No soy un segundo ni una hora, no soy la vida que te dura, no soy aquello que es bueno y aquello que es malo, las personas me han impuesto con un nombre, llamándome semanas, llamándome años, llamándome una eternidad o un nada, he recibido tantos nombres como puedas imaginar. Y entre más me pases pensando más dudas te van a salir de lo qué soy, del porqué soy, del porqué soy tan vengativo y del porqué soy tan compasivo.-Prosiguió diciendo con un tono un poco más triste.

Cuando pude percibir de nuevo el entorno, vi al director de mi universidad llegando en su auto a algo que parecía ser un departamento.

-Por qué me has traído aquí a ver al director de mi universidad?-Pregunté de manera desconcertada.

-Para que observes lo valioso que soy para él.-Cuándo dijo eso recordé las palabras que me dijo en su oficina. Me sentí mal.

Observamos desde algún lugar, que no tengo idea de cómo llegamos allí, a través de una ventana completamente transparente. Observé que el director al llegar a casa dejaba sus llaves y veía una fotografía que tenía enmarcada en una mesita de centro y la besaba.

-Me llevé a su esposa.-Dijo sin mas el tiempo.

El director cenaba algo ligero y antes de irse a la cama rezaba unas largas palabras casi a punto de romper en llanto, al verlo me provocó un sentimiento de soledad, de apatía por cómo éramos los estudiantes con él y tristeza por lo de su esposa.

-Le provoqué una enfermedad crónica no controlable, por eso reza.-Dijo el tiempo derramando tranquilidad.

-Pero eso no se lo has provocado tú, se lo ha provocado un virus, o alguna otra cosa que no has creado tú.-Dije en un tono desconcertante.

-Verás, esas cosas avanzan con el tiempo y a él no se lo han detectado en el rango que me tenía para ser detectado.

El director se acuesta a dormir, tal vez con pocas esperanzas de su vida y de poder continuar con su enfermedad.

-Bien, cómo pudiste observar, para tu director soy muy valioso y soy contado para él, porque no tiene la certeza de cuándo me le voy a terminar.- Dijo el tiempo asociando las cosas que observamos.

-Ahora me siento mal por el director, nunca imaginé que se sintiera así por todas las cosas que pasan en su vida.-Dije resignándome a las cosas malas que le hemos hecho los estudiantes.

-Tú lo has dicho, tu director se siente triste, solo y desamparado. Yo provoco sentimientos y emociones, no solo en él, sino en otras personas.-Me explicó el tiempo con detenimiento.

-Ven, vamos a otro lugar para que lo entiendas mejor.-Dijo el tiempo despreocupado.

Mientras yo pensaba en lo que él me intentaba hacer entender, comprendía cada vez más que solo es tal vez una abstracción, es algo relativo y diferente para todas las personas en el mundo. Cuando menos me di cuenta, estábamos en un hospital.

-Ves a ese niño de allá?-Dijo el tiempo mientras yo veía por la especie de ventana transparente.

Había un niño, no mayor a unos 8 años, intubado a una máquina y con muchas cosas médicas a su alrededor, lucía muy enfermo y con él estaba lo que parecía ser su familia, era un hombre y una mujer de unos 30 años de edad, una señora que lucía de unos 65 años y otras personas que no tendrán tanta importancia.

-Si, lo veo.-Respondí de forma triste y desesperanzada al ver al niño en esas condiciones.

-Para él ya solo soy un sufrimiento, un estorbo, una deuda, para su familia soy desesperanza, tristeza, dolor, desolación y preocupación, mientras más me tenga más va a sufrir, y mientras más le pase a su familia, tendrán más angustia y menos fé, yo provoco eso en esas personas.-Dijo de manera tranquila el tiempo.

-Creo que empiezo a entender.-Dije esta vez sin mentirle al tiempo.-Mientras más estas para uno es peor, y para otros es mejor, mientras más estés presente en quienes lo necesiten es mejor, y mientras menos en quien no es de igual manera, eres el arrasamiento de las cosas, de los momentos, de los sentimientos, eres la cura para otros, la necesidad de muchos y las sobras de otros.-Dije terminando de darme cuenta de lo que me quería decir.

-Ni yo lo pude haber dicho mejor.-Dijo sin más el tiempo.-Vine para que te dieras cuenta que sin mí no hay sentimientos, que no puedo detenerme nunca, que debes aprovecharme al máximo y debes valorarme, debes ser responsable conmigo, pero tú decides cómo.

-Bien. Podemos regresar a mi realidad por favor?-Pedí amablemente

-Claro.-Dijo el tiempo de manera tranquila y apaciguada.




Una Historia tan Corta como el TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora