Prefacio.

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Todo parecía ir con normalidad.
Era solo una noche de copas mientras que celebramos el compromiso de unos chicos del trabajo.
No estaba muy acostumbrada a esto, para ser sincera lo evitaba.
Pero dijeron que era una fiesta que debía de celebrarse con los seres queridos que apoyaron esta unión desde el inicio, no podía ser malo ¿verdad?
O eso pensé...

"No puedes estar en espera de tu principe azul, ve y besa sapos querida".

Un beso, una caricia, un susurro y la palabra "Te amo".
Todo eso debía de vivirlo con quién amará ¿no? eso decían los cuentos de hadas.
Si bien yo no era una princesa... ¿Quién decía que yo no podía construir mi propio cuento?
No podía esperar que el príncipe azul llegara y me jurara amor eterno cuando ni siquiera me conocía.
Pero yo podía ser la reina de mi propio imperio.
Pero para ser eso creo que debería ser un poco más sociable...

"A él le gustas".-señaló mi amiga.- "¿por qué no vas y lo saludas? ya se conocen, trabajan juntos y ambos son adultos, ¿qué puedes perder?"

Lo que ambas no sabíamos es que no todas las personas tienen buenas  intenciones, algunas solo se aprovechan de la inocencia o bondad de los demás para conseguir su objetivo.
La música sonaba a reventar por los parlantes de las bocinas, las personas bailaban de una forma tan pegada que nunca antes había visto, esto no eran como los vals de las películas que tanto  amaba.

"Y  entonces mueves la cadera de esta forma, al parecer es un ritmo latino".- me explicó causando que me riera de ella.

"Parece que estas haciendo popó".

Recuerdo que me ofreció algo de tomar cuando llegué a él, no sabía con exactitud que era, pero el color era muy llamativo y mi mundo se puso boca abajo después de darle unos cuantos sorbos.
Inclusó creó que no llegué a terminarla.
Esta sensación de extasis me era desconocida, la música ahora sonaba dentro de mi cabeza mientras que mi corazón latía a la par de estas y el contacto que sentía en mi pien se sentía como fuego arder dentro de mí.

"Necesito ir al baño".- murmuré sintiéndome algo mojada e incómoda, ¿me había orinado?

La cabeza me daba vueltas y ya no recordaba nada.
Lo último que recuerdo es que tropecé con alguién que estaba igual o peor que yo.
Y cuando desperté  un olor masculino y la luz pegandome en la cara fueron los que me hicieron tomar conciencia.
A mi lado se encontraba alguien, alguién que no conocía y yo estaba totalmente desnuda.

Consejo del día: No confies en nadie.

Principe Sapo (Tsukishima y Tú).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora