CAPÍTULO CINCO. Realidad.

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–"No son simples sueños".

Las sábanas se sentían suaves y frías sobre su piel como la seda de la más fina como la que tenía en mi habitación en el palacio de Hades, pero no estaba ahí, la habitación era grande y espaciosa y tenía un gran ventanal con un balcón, la luz de la luna iluminaba vagamente toda la habitación pues las gotas de rocío engalanaban el gran ventanal. Podía ver en las sombras moverse de manera irregular por si solas, danzando casi excitadas.

No lograba reconocer el lugar, tampoco de dónde provenía el aroma a vainilla, era un aroma tan dulce y delicado que lo embriagaba y hasta sorprendentemente lo enloquecía.

Sintió como una presencia se asomaba en donde asumió que sería el baño de la habitación, era una esbelta y curvilínea figura se posaba en el marco, no podía contemplar completamente su rostro y por más que intentaba no lograba ver más allá de aquellos ojos brillantes de color rojo que lo miraban de manera provocativa casi desnudándolo en silencio.

La joven con pasos lentos se acercó a él, y gracias a la poca luz natural de la noche logró ver que vestía un ligero y corto vestido de seda fría con un escote pronunciado. Estaba embelesado por la piel de la joven, a simple vista pareciera terciopelo, brillaba ligeramente y precia suave y una ganas de tocarla con sus manos y sentirla nacieron en el. Nico se sorprendió cuando su propio cuerpo se levantó de la cama y se acercó a la joven de ojos rojos, pasó sus manos por los brazos de la joven rozándola delicadamente, como si temiese romperla, podía sentir como el cuerpo de la joven estaba caliente y se estremecía con su frío tacto, eso le gustó tanto que hizo que sonría involuntariamente.

Bajó sus manos a su pequeña cintura recorriendo su torso, acercó su rostro al de la joven chocando su nariz con la suya, recorrió su rostro con su nariz olfateando su dulce aroma a vainilla evitando tocar los labios de joven a propósito, quien dejó escapar un pequeño resoplido frustrada por no lograr tocar sus labios. La joven lado la cabeza dándole acceso a su cuello y Nico bajo la cabeza y empezó a dar pequeños y húmedos besos en el cuello y clavícula, sus manos subieron por la espalda de la chica y de un movimiento ágil liberó los pechos de la chica sacándole un suspiro.

Paso sus manos de su espalda a sus pecho por debajo de su brasier y los presionó ocasionado un débil gemido de parte de la joven.

Al escucharla Nico sintió como su cuerpo se estremeció, alejo su rostro de su cuello y la miró aún presionando sus pezones y masajeando sus pechos, ella lo miraba lujuriosa deseosa de mas que unos simples masajes.

Era hermosa. Sus ojos eran almendrados, rojizos y profundos, como si te desnudaba el alma en mas de un sentido, tenía las pestañas tan largas que casi llegaban a sus perfectas cejas, los pómulos medianamente altos junto a la nariz alta y redonda. Sus labios eran carnosos y al verla lamerlos no pudo evitar querer probarlos, pero ella fue más rápida. Lo acostó a la cama y gateo hasta posicionarse sobre él, con una sonrisa pícara se acercó a su rostro y tomó su mentón para hacerlo levantar la mirada y pudiese posar sus labios sobre los suyos.

Sus labios se sentían dulces y jugosos, con unos sabores similares al yogurt, pero eran fogosos, llenos de una ardiente necesidad de seguir besándolo. ¿Qué es esto? Pensó Nico al verse envuelto en los suaves labios de la joven encima suyo. Sintió como la chica se sentó sobre su miembro que había despertado hace instantes por sentirla tan cerca, con sus caderas hacia movimientos circulares estimulándolo asiendo que desease mas. Sin miedo ni permiso Nico introdujo su lengua a la cavidad bucal de la joven jugando con su lengua una danza constante y etérea que hacía que ambos gimieran sin pudor.

Al separarse en busca de aire el espeso hilo de saliva aún los unía, lo que hizo que la chica sonriera. El pelinegro se sentó al borde de la cama obligándola sentarse sobre su regazo, estiró sus manos y las coloco en los muslos de la joven acariciándolos, bajo hasta por detrás de sus rodillas y la estiro hacia el para así cruzar sus largas piernas al rededor de su cintura, sintiendo como su pene chocaba con sus partes intimas. Ella dejo escapar una risa melosa por su repentino jugueteó, pero ahí estaba ella de nuevo moviendo en circulos su cadera.

LA TENTACIÓN DE EROS » || Nico Di Angelo || +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora