Capítulo 6
Rebecca Dilthey estaba leyendo las recomendaciones cinematográficas de la semana en un periódico cuando el médico llegó a notificarle que la persona recién salida de terapia intensiva estaba recuperando paulatinamente sus sentidos.
Rebecca era una mujer sencilla, le gustaban las pequeñas nimiedades de la vida, le encantaban esas películas y novelas que se perdían describiendo las pequeñas cosas, los pequeños detalles. "A veces es con su forma de tratar lo irrelevante como más conoces a las personas", pensaba.
Tenía todo el aspecto de una abogada, eso sí, pero el brillante prendedor metálico que llevaba en el cabello y combinaba con sus lentes le confería un toque encantador y juvenil.
Era además, psicóloga forense y desde noviembre pasado trabajaba en conjunto con el departamento de policía de New Way City, Neonópolis. En poco tiempo logró subir de nivel a través del sexo con gente importante y sobre todo con su talento. Era una mujer brillante, de pensamiento ágil y estrictamente pulcra y ordenada. Nadie negaba que se merecía su puesto actual como Directora de Operaciones Adjuntas, nombre ambiguo que despreciaba pero sonaba poderoso y surtía efecto en los gilipollas que solo le veían como "la secretaria del crimen", apodo que en el fondo le encantaba.
Una mancha en el brillo del zapato o la corbata mal amarrada no eran cosas que uno encontrara en una mujer como ella.
No podía decirse lo mismo del doctor (desaliñado y con la bata salpicada de algún líquido amarillo de dudosa procedencia) que le dio la noticia de que Charlie estaba despertando.
De no ser por su instinto rebelde e insubordinado, Rebecca trabajaría en un hospital siguiendo el legado de doctoras de su bisabuela. Pero el ambiente de hospital la ponía de nervios, tarde o temprano.
Ella tenía la suerte de siempre estar en el lugar perfecto para recordar su odio por la práctica de la medicina. Nada más bajarse del coche en el aparcamiento, vio llegar a la ambulancia mientras verificaba el seguro de la puerta.
Se encontró, justo en el acceso de la puerta, con los enfermeros que bajaron una camilla del vehículo, cargando un amasijo de carne nauseabundo y arrastrándolo cual bólido a través de los blancos pasillos. Era un hombre de unos sesenta años, drogado para contener la violencia. Supo por una enfermera que el asustado anciano, de pronto, como por arte de alguna brujería, salió del baño a los gritos queriendo arrancarse la cabeza frente a sus hijos y nietos.
"¡Una cabeza!"
Las cosas se pusieron feas cuando tomó el cuchillo de la ensalada y el caos se desató.
Eso explicaba el salpicadero de sangre que traía en el cuello cuando lo vio pasar a su lado, gimoteando cosas ininteligibles, como borracho.
Así que, cuando el doctor le dijo que era hora de ver a Charlie... Rebecca tragó saliva e intentó borrarse el recuerdo del viejo cabezón.
Haber pasado toda la noche ahí sentada era todo un flagelo para su coxis, por lo que caminar detrás del médico hacia la habitación fue todo un regalo divino. Vio la luz del sol diurno reflejada en una máquina dispensadora de bebidas gasificadas sin azúcar.
—Fue una intervención difícil. —dijo el hombre metiendo las manos frías en los bolsillos de la bata blanca, caminaba con paso firme pero agotado—. Me atrevería a decir que es el chico más afortunado del mundo. No hubo traumatismo craneoencefálico grave, pero sí tuvimos que reacomodarle varias vértebras que amenazaban con perforarle los pulmones.
—Me alegra oír eso. —Esto era verdad. A Rebecca le causaba profundo desasosiego la violencia que bullía en New Way City.
—Tuvimos que limpiar bastante porque no todo corrió con la misma suerte. He de decir que los chicos de la ambulancia fueron demasiado cuidadosos, un movimiento en falso y ahora estaría fechándolo para mandarlo a la morgue.
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SCARFACE
FanfictionCuando un solitario cazador vuelve del espacio a la Tierra con intenciones de limpiar su nombre, solo un temerario equipo de intrépidas mujeres y experimentados hombres podrán hacerle frente antes de que sea demasiado tarde. . . Algunas reseñas dice...