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Alba caminaba por las calles de Madrid sin rumbo fijo, estaba harta, agotada, cabreada y bastantes cosas más. ¿Es que como se le ocurría salirle con eso justo en ese momento? ¿No tenía ningún tipo de empatía hacia ella? La respuesta estaba clara, no. Su móvil seguía vibrando en su bolsillo, sabía quién era, pero no pensaba contestar ninguno de sus mensajes, haberlo pensado antes. Un trueno la sacó de sus pensamientos, genial, encima iba a llover. Estaba claro que no era su día, si es que ya lo había presentido nada más levantarse, pero no hizo caso porque claro era su aniversario, ¿qué podía ir mal en su aniversario? Pues todo, todo había ido mal, no peor que mal, horriblemente desastrosamente mal.

- ¡Alba!

Se frenó en seco al oír su nombre, ¿la había perseguido? Se giró hacia el coche donde Natalia la miraba temerosa, consciente de su cagada, pero también de que peor que todo era el dejar que la rubia saliera huyendo.

- Sube por favor, está a nada de caer el diluvio universal. – dijo conduciendo despacio al lado de la bajita que había retomado su huida.

- Vete Natalia. – Contestó sin mirarla.

- ¡No! – Frenó el coche, le importaba entre cero y menos dos mil provocar un atasco en el centro de Madrid ahora mismo, y se bajó para ponerse frente a ella – No me pienso ir sin ti.

- ¡Ja! Ahora, ¿no? Vas tarde Lacunza. – La esquivó y cruzó de acera para seguir su camino a ninguna parte.

- ¡No vas a poder escapar eternamente Reche! – Gritó sabiendo que eso iba a provocar su ira, pero si no quería perderla esa era su última baza.

- ¿Escapar? – Alba se giró sobre sus talones y retrocedió sus pasos hasta regresar frente a la morena – Quién escapa no soy yo.

Natalia bajó los ojos al suelo unos segundos, tenía razón y lo sabía, pero si la hubiera dejado explicarse en lugar se salir corriendo. ¡Coño que solo le había contado la mitad de la historia!

- No me has dejado acabar.

- He escuchado suficiente Lacunza. – Alba quería irse, pero en lugar de eso le dio la espalda y se cruzó de brazos – Vas aceptar el trabajo en Londres porque es una oportunidad única, un musical, seis meses de ensayar y otros seis de función. – El dolor de esas palabras se volvió a clavar en ella y las lágrimas pugnaron por salir de su escondite – ¿Qué más tengo que saber?

- Qué les he dicho que sin ti no iba. – Alba se giró, sorprendida sería la palabra exacta, pero también asustada por la responsabilidad que acababa de poner Natalia encima de sus hombros.

- No quiero que hagas eso. – El desconcierto de la morena era real, ¿acaso no se había cabreado por la oferta de curro?

- Pero...

- Si luego no va bien me culparás a mí, y no podría vivir con eso.

- Alba...

- No. – De nuevo se dio la vuelta y se protegió el cuerpo con sus brazos – Te deseo lo mejor Natalia, sé que vas a tenerlo en Londres.

Alba volvió a alejarse de ella, ya no estaba enfadada, de hecho ni siquiera recordaba haberlo estado, pero sentía un enorme nudo en su estómago que la ahogaba y oprimía. No podía hacerlo, no podía ser ella el motivo de las decisiones de Natalia ni para bien ni para mal. Y ahora, la peor parte de todas, era que entendía lo mucho que la morena la quería, tanto como ella, pero no era suficiente con eso. Alba no iba a ser el freno en su carrera como actriz de musicales, no si podía evitarlo.

Natalia seguía de pie en la misma esquina, los coches pitaban y maldecían detrás de su Clio mal aparcado, pero le daba igual. Pensaba que al decirle aquello Alba se alegraría, que le diría que se iba con ella y todo estaría bien. Pero se había equivocado, la rubia no la quería lo suficiente, pensó. Apretó los puños y con rabia se limpió las lágrimas que, ahora, recorrían sus mejillas. Cerró los ojos y pudo ver sus ojos tristes, ¿cómo podía decir que la iba a culpar de sus fracasos? ¿Acaso no la conocía? Se metió en el coche y mientras arrancaba llamó a su mejor amiga, su plan se había ido al garete y necesitaba descargarse con alguien.

CALENDARIO DE ADVIENTO ALBALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora