CAPÍTULO III

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Capítulo tres

—Smith, podrás llevarme a mi casa después del entrenamiento de hoy —le pregunto al recordar que hoy mi papá no podrá recogerme.

Mi padre era dueño de uno de los centros comerciales más populares de la ciudad así que siempre pasaba la mayoría del tiempo supervisando la correcta dirección del macro-establecimiento.  

Menea la cabeza, —Hoy no podré, nena, tengo cita con el dentista saliendo del colegio.

Bufo, —Bueno —hago un mohín

—Claro que sí, tonta —me asegura—. Solo me tendrías que esperar porque tengo una junta en el consejo y no se cuanto tarde.

—No importa, mi entrenamiento tarda más de una hora y no creo que la junta esa tarde mucho.

—Okey

—Chicas, vámonos a la última clase del día— dice Smith al escuchar la campana

***

Valentina, ¿Donde estas? ya termino la practica

Le escribo a Valen cuando salgo del entrenamiento y me dirijo al estacionamiento que esta casi vacio.   

Sigo en el consejo, espera 10 minutos en mi auto.

Me escribe Valen

No le respondo, cuando llego al estacionamiento, veo el carro de Valen, y me apresuro a sentarme sobre el capó de su auto, como siempre lo hago, y me pongo mis audífonos para escuchar "El arte del engaño".

De repente siento una vibración abajo de mi, y cuando me quito mis audífonos escucho un claxon de auto, entonces caigo en la cuenta de que Valentina debió de llegar ya. Me bajo del auto y al voltearme no veo a Valentina sino a dos chicos increíblemente atractivos e iguales. Serán gemelos, pienso al verlos.

—Lo siento, pero creo que te equivocaste de auto —dice el chico que está en la puerta del copiloto, con un acento que no identifico ahora.

Parpadeo apenada, —Puede ser, es que una amiga me dijo que la esperara en su Kia —explico mirando hacia la entrada del colegio por donde debería ya de haber salido Valen

— ¿De qué color es?— pregunta ahora el que está en la puerta que le pertenece al copiloto

Observándolos bien ahora confirmo que deben ser gemelos ya que tienen el mismo rostro perfecto los dos, solo que uno tiene los ojos azules cielo y el otro un poco grises, mismo cabello rizado cobrizo, mismo tono de piel y misma estatura.

— Igual, rojo como este —señaló con la mano el suyo al parecer.                                                                              

— Tal vez sea ese —señala el de los ojos grises a otro Kia rojo con Valentina al lado.                                    

Mierda, debió de llegar mientras yo estaba sumergida en escuchar a Cartel de Santa                                           

— Lo siento, no la vi llegar —digo, alejándome de ellos                                                                                               

—No te preocupes fue divertido haberte dado un susto

Eso había hecho que me detuviera            

— ¡Ja!— bufo, — En serio y ¿porque? el primer día de colegio les pareció grotesco— digo al darme vuelta para verlos                      

Eres de élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora