SeungMin daba vueltas en su cama, pensante, aturdido y como un niño molesto.
Eran las siete de la tarde, y en vez de enamorarse de la ida del sol, se enojaba por todo.
Y todo es su forma de ser.
—No puedes hacer nada— su fiel amigo acomodó su cabello—. Ya lo invitaste, y aceptó, ¿qué te molesta ahora?
—¿Dónde lo llevaré? No me gustan los lugares caros, no quiero repetir el Resort, y tampoco quiero paparazzis— tomó un almohadón y se echó para atrás.
—La vida no es fácil, Seung— se levantó—. Menos la nuestra. Hablando en serio, vine a visitarte para ir a cenar y porque estoy orgulloso de que te guste alguien, no para que llores.
—No es mí culpa que vengas cuando estoy en crisis.
—No es una crisis, bobo— lo ayudó a levantarse—. Es una evidencia de que en serio te gusta.
Por fin pudo darle a su amigo una media sonrisa, pues bueno, recién le llegaba a su cabeza que JiSung estuvo muy distantes por sus actividades con NCT Dream.
No era momento de berrinches.
—Piénsalo— el mismo seguía hablando, mientras le abrió la puerta del auto—. Hay tantos lugares en Seoul City— presumió su inglés.
Tenía razón, se estaba haciendo la cabeza por una cita perfecta, cuando el detalle estaba en las personas, no en lugares.
Ambos raperos se encontraban en el auto del menor, rumbo hacia algún bar donde puedan hablar, como solían hacer.
—¿Ya te tranquilizaste?
—Sí— asintió—. Háblame del tour, de los chicos, quiero relajarme.
—Hay mucho que contar— sonrió—. Y por cierto, puedes comenzar a recordar donde llevaste a MinHo la primera vez.
—Ya recuerdo por qué no te eché tanto de menos.
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Félix estaba satisfecho, muy, muy satisfecho.
Sobre que era el día de su cita, su mañana había sido mejor de lo que pensó.
Todo comenzó la noche anterior, pies mientras hablaban de cualquier cosa con WooYoung, un mensaje llamó si atención en su teléfono, y no era de SeungMin.
Un viejo amigo de la secundaria lo había contactado, diciendo que necesitaba un fotógrafo urgente para promocionar una sesión, todo esto para promocionar la marca de ropa de su madre.
Sí, Huening Kai, el chico que siempre lo acompañaba en el almuerzo, estaba ascendiendo en su carrera a modelo.
Sin dudas aceptó, y también podía decirse que era de sus primeros trabajos más profesionales.
Sus ilusiones eran tan grandes, que hasta decidió llevarlo al Resort, pagar la entrada por él, y hacer de las mejores sesiones del mundo.
Llegó a su casa contento, WooYoung sonreía mucho con su actitud así.
