Extra.

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Los siete meses de embarazo comenzaban a pesarle en la espalda, su vientre había crecido tanto que no le era posible mirar hacia bajo y ver sus pies. Ya no se movía con la misma agilidad de antes, se sentía hinchado, con ganas de llorar, y a veces no tenía ánimos ni de levantarse de la cama.

A pesar de esto no podía quejarse de su embarazo, hasta el momento no había presentado problemas de salud, todo estaba bien con su bebé. Una niña. Su bebé era una niña. Habían llorado tanto cuando se enteraron, cuando la vieron moverse en aquel ultrasonido.

Emilio lo consentía en absolutamente todo, y se preocupaba ante el más mínimo síntoma anormal que presentara Joaquín. Desde las náuseas matutinas en los primeros meses hasta los dolores de espalda de los que sufría recientemente. Para él todo era una señal de que necesitaba descansar más, comer más, o incluso salir corriendo al médico. Cumplía bastante bien con su papel de alfa paranoico sobreprotector.

Sin duda no podían estar más felices, la llegada de su hija estaba a la vuelta de la esquina, ya tenían todo preparado.

Joaquín pasaba todo el día en casa y solo salía si iba a acompañado de Emilio, quien estaba trabajando medio tiempo para poder dedicarse a su omega. Una vez que la niña naciera se tomaría algunos meses de vacaciones, después de todo podía manejar las cosas más vitales de la empresa desde su hogar.

Ese día había transcurrido verdaderamente lento a los ojos de él mayor, pero por fin había atardecido y podía irse a casa. Firmó los últimos papeles del día, tomó su saco, y subió a su auto para conducir, impaciente por el tráfico. Se froto la cien con la mano derecha y suspiro hondo. Había hablado con su omega unos momentos atras, entre lágrimas le explicaba que quería dormir pero la bebé no dejaba de patearlo. Intentar tranquilizarlo por teléfono era inútil así que simplemente le prometió que iría con él pronto.

Claro que Emilio amaba a Joaquín, pero se estaba cansando de esos cambios de ánimo tan repentinos que tenía, todo se trataba del omega, que si le dolía algo, que si estaba cansado... ¿pero qué pasaba con él? También la pasaba mal. Se levantaba todas las noches para calmar a su esposo y no dormía hasta que él lo hiciera. Se aseguraba de que tuviera todo lo que necesitaba e incluso cumplía sus antojos nocturnos. Estaba disponible para él las veinticuatro horas del día, escuchaba sus miedos, sus inseguridades, sus reproches.

Lo amaba, si, pero eso del embarazo era un tanto abrumador.

De cualquier manera prefería enfocarse en las cosas positivas, Joaquín no merecía que se comportara como un idiota justo cuando más lo necesitaba, estaba consciente de que su actitud se debía a las hormonas, y cuando naciera su bebé todo habría valido la pena.

Estacionó el auto en la cochera, puso el seguro y entró a la casa. Buscó el olor del castaño instintivamente, como siempre hacía. Olía a paz, podía sentir que estaba tranquilo.

—Estoy en casa, amor— exclamó caminando directo a la habitación, probablemente lo encontraría ahí.

Pero cuando abrió la puerta no lo vio por ningún lado.

—En el baño— lo escucho decir, el sonido de su voz amortiguado por la puerta de dicha habitación.

Cuando entró y lo vio ahí, con el agua hasta el cuello y los ojos cerrados, toda la tensión que había acumulado en el día se disipó. Se recargó en el marco de la puerta y sonrió ligeramente. Joaquin abrió los ojos y giró el cuello para poder verlo. Le sonrió de regreso. Al instante sintió como el aroma del aire cambiaba, olía a seguridad.

—Hola— murmuró el castaño, adormilado.

—Hola— le respondió, se comenzó a desabotonar la camisa, la deslizó por sus brazos y la dejó caer al piso. Hizo lo mismo con su pantalón.

NUDES. [Emiliaco━omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora