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Se besan apasionadamente, con ferocidad y desespero, sus manos recorrían el cuerpo del otro, tocando, sintiendo, de una manera casi vulgar.

Eran como cualquier otra pareja en esa preparatoria, recargados contra los casilleros en el pasillo principal de la escuela.

Cada receso era igual, los alfas y sus omegas restregándose uno contra el otro, estaban todos tan acostumbrados que ni siquiera los profesores se quejan por tal acto.

Joaquín llevaba un año siendo novio de Alex, él chico más popular de la escuela, era un alfa de cabello negro, ojos color verde, y tez clara, su complexion era digna de un jugador de fútbol americano, no por nada era capitán de tal equipo.

El pequeño omega, de ojos miel, cabellos color castaño, y tez palida, era deseado por muchos alfas de la institución, pero este solo tenía ojos para uno.

Todos decían que eran la pareja perfecta.

Joaquín podía decir que su vida era envidiable, tenía un alfa que lo quería y lo hacía reír, iban a todos lados juntos y siempre le compraba regalos, tenía un gran círculo de amigos y podía presumir de sus excelentes calificaciones, buen parecido, un don en cuanto a enterarse de los últimos chismes de la institución se refería, y que iba a las mejores fiestas, todas organizadas por su novio.

La popularidad lo había vuelto un tanto egocéntrico y sarcástico pero eso no impedía que todos quisieran acercarse a hablar con él.

Se separaron para tomar aire y caminaron hasta la cafetería, estaban hambrientos

—¿Iras esta noche?— preguntó Alex a su novio.

—¡Por supuesto! Sabes que no me perdería una fiesta por nada del mundo— respondió Joaquín.

—Genial, podrías quedarte a dormir en mi casa, ya lo sabes, aunque lo último que haríamos sería dormir— alzó una ceja con galantería, el castaño solo pudo reír ante eso.

Alex tenía tiempo insistiéndole en que quería acostarse con el y marcarlo, para que ya nada pudiera separarlos, por supuesto que desde un principio el omega se negó, sentía que debía esperar, el omega en su interior le decía que no era el momento, y le gustaba obedecer a su instinto, las mejores decisiones las había tomado siguiendolo, incluso cuándo estaba en celo y sentía la inmensa necesidad de un alfa llenándolo y calmando su dolor, su parte racional era más fuerte que el deseo de llamar a su novio.

El día transcurrió normal, entre clases aburridas y cuchicheos incesables en los pasillos, sí por el fuera habría dejado de ir a la escuela desde hace mucho, de todas maneras ¿de que le iba a servir si en cualquier momento su alfa lo marcaría y lo único importante sería su hogar?

Pero era su último año y su madre insistía en que al menos lo acabara, lo único bueno que veía era la posibilidad de pasar más tiempo con sus amigos, y sobretodo con su alfa.

El timbre que anunciaba la hora de salida resonó por toda el aula y los suspiros aliviados no tardaron en hacerse oír, con velocidad se levanto del pupitre y salió para encontrarse con su novio, quien lo acompaña a casa.

Caminaron las pocas calles que separaban la casa del castaño de la escuela, no hablaron de nada en realidad, el alfa seguía insistiendo con el tema de marcarlo y eso molestaba demasiado a Joaquín.

—Nos vemos en la noche— le guiñó un ojo y se fue.

El ojimiel entró a su habitación cerrando la puerta tras de sí, se dejó caer en la cama y observó el techo con la mirada perdida, en su interior algo seguía evitando que diera ese gran paso con su novio, cada que consideraba ceder ante la insistenciade este, en su mente aparecía un recordatorio de que no debería hacerlo, llegaba a ser molesto pero no podía ignorarlo, era como no tener control sobre su cuerpo, a pesar de que el tenía la última decisión, en verdad era muy confuso.

NUDES. [Emiliaco━omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora