Epilogo.

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Estaba todo listo. Los invitados se paseaban de un lado a otro por la sala de estar del departamento, el pastel descansaba sobre la mesa del comedor, y justo a un lado de este se encontraban los regalos. Las copas de champán iban y venían, al igual que los aperitivos.

Después de varios años, en los que la pareja se había mudado a un departamento, y ambos habían ingresado a la universidad, Emilio por fin había terminado su maestría. Esa que tanto se empeñó en cursar a pesar de los reproches de Joaquín, ya que según él, le quitaría demasiado tiempo del que podrían pasar juntos.

Durante ese tiempo tuvieron que aprender lo que implicaba ser una pareja de verdad, encontrando un equilibrio entre sus responsabilidades y su vida de estudiantes. Les había ido bastante bien a decir verdad, en el peor de los casos, el alfa terminó durmiendo en el pasillo de su departamento porque su omega lo echó a patadas de su hogar, fue una tonta pelea sin sentido, ahora la recordaban y hacían chistes al respecto.

Se casaron poco después de haberse graduado de la universidad, ahora ambos portaban sus anillos de matrimonio con orgullo. La ceremonia había sido hermosa, a cualquiera que le preguntaran podría afirmar aquello.

Ese día celebraban por varios motivos, entre ellos el cumpleaños de él rizado, además, el alfa acababa de asumir el puesto de presidente en la empresa de su padre. Los invitados eran en su mayoría sus amigos de la universidad, pero sin duda no podían faltar sus amigos de la preparatoria, después de todo, las cosas que habían vivido junto a ellos eran simplemente increíbles.

—Joaco— lo llamó Zelma— vieron a Emilio entrando al edificio, llegara en cualquier momento.

—Gracias Zel— le dedicó un asentimiento— ¡Emilio viene, ya saben que hacer!— exclamó elevando el volumen de su voz para hacerse escuchar en toda la habitación.

Minutos después la puerta del lugar se abrió, dejando ver a un hombre vestido de traje, tenía cabello corto pero aún así se notaba como los rizos comenzaban a formársele en las puntas, sus ojos brillaron al recorrer el lugar con la mirada.

—¡Sorpresa!— exclamaron los invitados al unísono, Emilio entró y en el proceso estrechó muchas manos de personas que lo felicitaban.

—Gracias, gracias...— murmuraba ante cada una de las felicitaciones, pero su mirada estaba fija sobre su precioso omega que lo esperaba con una sonrisa de oreja a oreja— de verdad eres increíble— dijo en el oído de Joaquín una vez que llegó hasta él y lo atrajo a un abrazo.

—Me parece más increíble que no sospecharas nada— respondió riendo con delicadeza— quiero decir, encontraste los ticket debajo del asiento de tu auto.

—Eso prueba que verdaderamente confió en ti, te creí cuando me dijiste que eran de una fiesta que estaba organizando Renata— besó su mejilla.

—Me alegra que te creyeras esa mentira, la dije por una buena razón.

—Ya, ya, noviecitos, tendrán tiempo para sus cursilerías cuando termine la fiesta— Gael irrumpió en su conversación, en realidad era cierto lo que decía.

Durante toda la tarde la pareja estuvo caminando de un lado a otro, charlando con cada grupo de personas en la sala de estar. Se contaron anécdotas entre risas y suspiros, se habló de planes a futuro, y se hicieron chistes de todo tipo, todas fueron conversaciones muy amenas.

Cuando se hizo de noche partieron el pastel y un poco más tarde los invitados comenzaron a irse, ya no eran unos adolescentes que seguían la fiesta hasta las tres de la mañana, eran adultos, aunque no todo el tiempo se comportaran como tal. Los únicos que quedaron fueron Gael, Zelma y Joshua

NUDES. [Emiliaco━omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora