4.

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Entorno de Joaquín.

El alfa se fue cerrando la puerta tras de sí, nuevamente se quedo solo, sumido en sus pensamientos, ¿seria así todos los días? Es decir, la escuela se convertiría en un infierno de ser así, no quería eso.

Aquel chico... olvido preguntar su nombre, últimamente lo veía muy a menudo, llegaba a ser hasta tal punto extraño, ¿lo estaría siguiendo o solo eran coincidencias? Su mente lo obligo a quedarse con la segunda opción.

Ahora no tenia tiempo para preocuparse por un chico misterioso que parecía asecharlo, tenia un problema. Uno muy serio y real.

La enfermera entro y sin ningún rastro de sorpresa o interés se dispuso a hacer su trabajo.

—¿Una pelea?—preguntó, el ojimiel quería responderle sarcásticamente pero se reprendió internamente, no necesitaba mas problemas, asintió con la cabeza— ven vamos a curarte.

La mujer lo dirigió hacia una pequeña camilla que estaba en la esquina de su consultorio, se sentó ahí y dejo que limpiara sus heridas en la cara con algodones y alcohol, también hizo un chequeo rápido para asegurarse que no tuviera alguna costilla rota.

—Los alfas tienen una fuerza sobrenatural cuando se enojan— le dijo—deberías tener mas cuidado— sugirió la mujer.

—Lo tendré en cuenta.

—Bien, ahora ve directo a la oficina de la trabajadora social, te esperan ahí—Joaquín sintió como la sangre se le iba del rostro.

—¿C-como?—pregunto confundido.

—Este es un asunto muy delicado niño, las autoridades de la escuela no lo pueden pasar por alto.

—Pero si solo fue una pelea, es cosa de todos los días...—hablo con rapidez.

—No me refiero a eso, anda vete— dicho esto la mujer se sentó tras su escritorio y comenzó a teclear en su computadora— ¿que esperas?— dijo al ver que seguía ahí.

Sus manos temblaban, debía admitirlo, estaba muy nervioso, incluso tenía miedo.

Seguro llamaron a sus padres para informarles de la situación, ya podía ver la decepción en sus caras, las miradas de desaprobación que le darían, se estremeció ante la frialdad de sus pensamientos.

Piensa positivo, se decía a si mismo, ¡¿pero como diablos iba a pensar positivo si había perdido su dignidad de un día para otro?!

¡El era Joaquín Bondoni! La envidia de toda omega, el sueño de todo alfa, el de la vida perfecta, y ahora, todo eso se había destruido por un maldito error, porque confió en la persona equivocada.

Llego hasta la oficina y toco la puerta con timidez, temeroso de lo que podría llegar a encontrar, pero cuando abrió la puerta no vio mas que a la trabajadora social sentada detrás de su escritorio.

Era una omega, de alrededor de veinticinco años, alta, delgada, ojos verdes y cabello negro, era bonita a decir verdad y por esto no era ninguna sorpresa la marca que lucia en su cuello.

—Pasa, siéntate— dijo posando su vista en el, hizo lo que la mujer le pidió— bien, ¿por donde empiezo?— pregunto mas para sí misma que para el castaño.

—Quizá por la razón del por que estoy aquí— sugirió.

—Tenemos un problema, y creo que sabes a lo que me refiero, ahora, necesito que seas totalmente honesto conmigo, lo que hablemos aquí se quedara entre nosotros...

—¿Y espera que le crea eso?— la interrumpió.

—Tienes que confiar en mi o no podre ayudarte, sabes que necesitas ayuda Joaquín.

NUDES. [Emiliaco━omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora