8

2K 119 6
                                    

La hora de clases para mí ya había terminado.

En el camino hacia la parada del bus divisé a Hanna algunas cuadras más adelante. Noté que llevaba su teléfono pegado a su oído. Parecía estar enojada, no estaba muy lejos así que decidí acercarme.

— Hola Hann — Toqué su hombro con mi dedo índice haciendo que ella se asustara por completo.

Suspira tocando su corazón.

— Es raro no ver a Alex contigo.

— Ah, tenía partido de fútbol y su entrenamiento, ya sabes.

Nos sentamos a esperar

— ¿Con quién discutías?

Me dicen rome- metiche*.

—Ah... con mi madre. Le pedí que me viniera a buscar pero tiene trabajo hasta media noche. Y me tendré que quedar sola.

— ¿Y tu padre? —Su rostro tomó un color totalmente triste y molesto al mismo tiempo.

Mierda. Parece que hablar de sus padres nunca es buen terreno.

—Debo irme. Estoy un poco apresurada. —Se pone de pie.

Me quedo mirando mis estúpidos pies por tres segundos porque luego decido seguirla.

— Lo siento, no debí preguntar —Ella siguió caminado mientras se abrazaba a sí misma, acariciando sus brazos. Estaba fresco.

—De todos modos te acompaño, no quiero que vuelvas sola, parece que va a llover.

Idiota, somos vecinas

Parece sonreír un poco.

Seguimos caminando.

Sus piel estaba erizada, señal de que tiene frío por suerte traía un abrigo en mi mochila, mientras lo sacaba, ella me observa.

—¿Qué haces?— inclinó su rostro y se detuvo junto a mí, yo estaba concentrada, cerrando la mochila.

— Toma —extendí mi brazo.

—Gracias pero ¿No lo necesitas?

— Por algo no lo llevo puesto—Ella sonrió.

La observé esperando que se colocara mi abrigo. Era una sudadera negra.

— Te ves muy linda — Ella se sonrojó.

—Vamos. — Me hizo señal con las manos para que la siguiera mientras miraba el cielo preocupada.

Ella paró de golpe y yo choqué con su espalda.

Joder. Amo que suceda eso. Me recuerda a Luis Cernuda, en uno de sus más lindos poemas, y lo cito, porque nadie como el puede explicar lo que siento cuando ella tropieza conmigo.  "Te lo he dicho con el viento,
jugueteando como animalillo en la arena
o iracundo como órgano impetuoso" dice una parte de su poema llamado "Te quiero" . Es intenso y describe a la perfección mis sentimientos.

— ¿Qué pasa? — pregunté sonrojada. Haciendo caso omiso a mi tonto tonto corazón.

—Me... cayó una gota— volteó y me encontró a mí. Muy cerca de ella. Es más bajita que yo, me llega los hombros.

— Eres más baja de lo que creí.

Valga la redundancia.

— Y tú más alta.

Quedamos viéndonos. Estoy aprendiendo a observar cada detalle de sus ojos color marrón. En el día es tan claro como una taza de chocolate. Ella me miraba como si fuese a buscar algo en mi mirada.

Mi Dulce HannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora