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- ¡Marian! Ya habla de una vez - suspira.

- No es más de lo mismo - tragué nerviosa mi ensalada.

Es una suerte que hoy no tuve química. Y digo suerte porque me niego a ver a Hanna otra vez. No sé que mosca le picó pero actúa como una depredador sexual cada vez que me ve y mi sangre se convierte en lava, juro que quiero correr por ayuda cada vez que siento que estaremos a solas.

Michelle, que ahora es mi terapeuta amiga, trata de entender todo pero es imposible llegar a algo cuando no sé cómo explicar lo que pasa.

- ¿Y tú qué? ¿Estás con Gemma? - miré a lo lejos divisando al grupo de Hanna y sus amigas sentarse en otro lugar para almorzar.

- Algo así.

- ¿Algo así? - asintió.

- No sé si es parecido a lo tuyo con Hann pero tenemos esta adicción de besarnos a escondidas y no decir nada, seguir como si nada ... Y sé que me estoy metiendo en un pozo sin fondo del que me costará salir - suspira - pero me gusta demasiado. Es tan linda ¿La has visto? Cuando me mira con esos ojos bonitos, y me toca con sus manos, su pelo largo que se mueve delicado en su cintura y el color de sus mejillas cuando está avergonzada. La manera en la que se ríe y el tono también. Es ella. Todo en ella es completamente dulce. Un veneno dulce que sabe delicioso pero a la larga te va a matar.

Quité mi vista de Hanna en el momento que ella me notó. Las descripción de Mich calzaba perfecto con ella también.

— Bueno. Estás perdida. — le dije.

- Lo sé.

- Pero Mich, si te quieres un poco debes darle un freno. No será sano para ti. Ella no parece querer dejar a Drew y además el chico es un ángel, saldrá lastimado también de todo esto.

- ¿Cómo? ¿Cómo lo hago? Si cada vez que lo intento vuelvo a caer. - dejó caer su frente entre sus manos.

Si algo se, es que la confusión llega en el peor momento de la vida, la adolescencia. El primer amor, el primer dolor amoroso, tal vez la primera vez. Todo es tan nuevo y confuso pero lo peor es que quieres más y más. Y aquí estamos las dos. Y es triste saber que ambas, terminaremos con el corazón roto. Es simplemente inevitable.

Después de la siguiente clase, tenía la hora libre. Hora en la que "prometí " ir a ver a Hanna a sus prácticas. Y estoy ansiosa. Me comí las uñas toda la clase, algo que normalmente me parece asqueroso pero la situación me controló.

Tomé todos mis cuadernos y lo acomodé en el casillero. Hice todo lo posible para que el tiempo corriese y tener la escusa perfecta de haber estado ocupada pero por dentro un miedo se incrementaba y ese mismo miedo me llenaba de curiosidad. Ese en el que Hanna se molesta y me aplica una sanción parecida a la de la otra noche o mejor.

Yo sé que es jugar con fuego pero es tan divertido y ella es tan atrevida cuando lo desea. Quiebra esa burbuja dulce en la que parece estar siempre y boom, de repente todas sus habilidades de coqueteo salen a flote. Es deslumbrante.

Me compré una agua y fui a la cancha. Muchas chicas agrupadas miraban desde la tribuna. No tardé mucho en encontrar a Hanna en el campo de juego. Está radiante, como siempre . Aún que debo admitir que sudada es una de las cosas más sexys en este mundo. Se le pone roja la piel. Y cuando resopla cansada, Dios, siento que necesito aire. No puedo respirar.

Ella adora vestirse ajustada. Que sus atributos se marquen. Y es impresionante la manera en que se mueve. Es adictivo verla jugar ¿Cómo demonios estuve evitando venir? Confieso que parezco una maniática fanática de algún famoso en particular pero en esta ocasión es ella. Siento la necesidad de saltar y gritar, apoyarla en el juego. Una energía que corre por mi cuerpo y llega hasta mi garganta. Todo se queda apretado en mi corazón que palpita rápido.

Mi Dulce HannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora