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Preparé las cosas para ir a la playa. Mamá tenía planes de ir con papá mientras yo estaba en el Dark Lake pero ya que hubieron cambios de planes como es sabido estos días decidí invitar a Hanna con nosotros. Sé que las cosas no están del todo bien en su casa así que me empeñé en preparar algo bonito para ella hoy. Compré flores amarillas y ya con la ropa de playa, shorts, ojotas, camiseta sin mangas y anteojos negros, toque su puerta.

— Hola — ella sonrió de punta a punta al escucharme.

Me observó solo un par de segundos y luego se lanzó sobre mi, tuve que quitar del medio la flores para no arruinarlas, la rodee con mi brazo suelto entonces.

—  Vaya, parece que alguien me extrañó — Dije poniendo mi mano en su espalda baja para acariciar su cintura y profundizar más el abrazo. Cerré mis ojos porque es lo que causa en mi.

— ¿Estás lista? — me alejé.

Ella asintió y se agachó a tomar su mochila en el suelo.

—¿Que traes aquí?

— Protector solar, toallas, ropa limpia, cartas, un peine, perfume, desodorante, zapatillas, y un libro.

— La organización siempre es importante. — ella tomo mi mano y la guíe hasta el auto de papá.  — ¿Tus padres?

— Papá está ocupado y mamá en casa.

— Bien. — noté un pequeño reflejo de angustia en su cara. Empujé de su mano para que chocara mínimamente conmigo — Nos vamos a divertir. Lo prometo! — dije entusiasmada. Ella asintió y se aferró a mi brazo, ahora sonriendo a la par. Le entregué el ramo.

— Me encantan — besó mi mejilla. Lo guardo en su mochila.

— Buenos días señora ¨Clara, hola señor Parks.

— Buenos días Hanna, ¿Cómo estás?

— Muy bien.

En el camino mis padres no hicieron mucho interrogatorio. Creo que tienen una idea de que nuestra relación es complicada por como se dan las cosas en casa de Hanna, o al menos no son muy intrusivos como la mayoría de los padres que pretenden ser divertidos, papá y mamá tienen ese pensamiento respetuoso que también me han inculcado a mi y siento que Hanna lo aprecia.

Cuando llegamos mi papá se dispuso a cocinar con ayuda de mamá que desplegaba las sillas en el sol.

Hanna se había quitado su camiseta y reveló su bikini rosa, también sus shorts blancos, desbotonados para mostrar un poco su bikini inferior con un pequeño moño al frente que noté porque no pude evitar mirar, y ella me atrapó haciéndolo.

— ¿Me aplicas bronceador? — lo movió frente a mi cara rosada como su bikini. Asenti avergonzada y lo tomé. Ella se acostó sobre una toalla bajo la sombrilla que colocó mamá y miré hacia ellos. ¿no les molestaré verdad?

— ¿Sabes hacer masajes? 

Giré a verla.

—  Algo, no lo sé... 

— Últimamente estuve bajo mucho estrés..¿Podrías?

Ella se quitó el bikini en la parte de atrás para dejar su espada descubierta. Me arrodillé a su lado y la observé.

Sus pelo castaño caía sobre la toalla y parte de sus hombros, apreté el botecito para aplicar un poco de contenido en mis manos, y luego masajee con delicadeza para esparcir la crema en su espalda mientras la miraba, causaba cierta cosquilla en ella al hacerle. Su piel desnuda se siente fría bajo mis que palmas que quemaban su piel, y lo sé porque me lo hizo saber, estaba desesperada y a la vez encantada con la sensación de sufrimiento. Sufrimiento porque tengo que aparentar no estar excitada con mis padres revoloteando por ahi. No obstante, me mantuve callada haciendo mi trabajo.

Mi Dulce HannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora