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Pronto su mamá y papá comenzaron a hablar acompañados de la televisión detras y algunas veces nosotras. Entre preguntas triviales sobre como va la escuela, o alguna estupidez sobre las materias. Hanna tenía una de sus piernas sobre las mías, y la note cómoda mientras hablaba con sus padres. Todo me parecía tan surrealista y paralelo. Lo que había presenciado la otra semana, ¿Sucedió realmente?

Sus padres hablan con tanto fervor sobre un tal Deryl en la oficina que perdió unos papeles importantes y ambos se ríen sobre eso. Estoy tan asombrada y preocupada al mismo tiempo.

Hanna a mi lado come de los espaguetis y ríe viendo el televisor. Eructa de la nada.

Me sonríe traviesa y coloca su mano en frente a sus labios seguido de un "ups" silencioso que nos hacer reír a ambas.

— Lara te escuché. — le llama la atención su madre brevemente y luego continúa hablando por un momento.

— ¿Asi que Gemma y Drew están saliendo?—Dijo su papá más tarde.

— Es un buen chico, trabaja con tu padre, no es así ¿Mariana?

Asentí con comida en la boca.

— Bien. Supongo que no habrá problemas en el viaje. Nada de alcohol a mi hija.

— Papi! Sé lo que debo o no hacer! — se quejó. Ellos dos se rieron. Yo intento sonreír con mucho esfuerzo. Es que aún me sentía extraña.

— Cuida a mi hija de todos modos. Ese tal Drew es mayor de edad y es posible que beba. Los padres de Gemma tampoco tienen problemas con que ella lo haga, así que hay muchas cosas a favor.

— No voy a beber, papi.

Le di un pequeño toquecito con mi hombro.

Sus padres vieron que la situación no era sería o al menos parecía no preocuparles tanto, como si confiaran en sus palabras y así parece ser,continuaron hablando entre ellos, Hanna comenzó a comer rápido sus fideos. Me daba mucha ternura y gracia verla enfadada comiendo para atragantarse con su vergüenza.

Luego de la cena ayudé a su mamá a lavar los trastes y mientras Hanna pasaba la escoba su padre fue a la sala y cambió la tv.

Todo era silencio, nada más se escuchaba el agua del grifo, el choque de algunos platos, así como también el televisor.

Su mamá fue al patio de atrás con una bolsa negra de basura. Escuché que Hanna se acercó a mi.

— Te ves muy linda con remera negra. — me acorraló y me besó. La corrí rápidamente.

— Hanna, loca de mierda. — susurré y miré hacia el patio.

— ¿Qué? Lo haré rápido.

Se acercó, obligada a corresponderle un dulce beso que debo admitir se sintió aún más excitante y bonito al correr riesgo pero ese riesgo era tonto e inmaduro para mí, no quiero tener problemas con sus padres.

-¿No quieres tenerme cerca? - Hizo puchero, miró con disimulo el sofa dónde su padre y luego a mí.

-Eso sería raro... Aquí. — tragué saliva.

Mueve su rostro y sé acerca a mi oído otra vez. Quemandome con su aliento que me dejaba débil en las rodillas.

-¿Y por qué? -se río en voz baja.

Escuchamos pasos y su madre abriendo la puerta corrediza nuevamente, para entonces, Hanna ya se había alejado de mi y yo continuaba secando platos.

— Ya está bien, niñas. Vayan arriba, yo me encargo del resto.

Mi Dulce HannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora