Capítulo 7

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Marc no sabía cómo sentirse mientras Nathaniel sostenía su mano, su toque era cálido y suave. Ese breve instante fue como un refugio en medio de la tormenta antes de que Nathaniel volviera a concentrarse en la carretera.

Al llegar, Nathaniel se ofreció a llevar las maletas de Marc, pero él se negó, sintiendo aún una mezcla de vergüenza y nerviosismo por todo lo que había pasado. Sin embargo, al recordar la declaración de Nathaniel en el consultorio, su corazón dio un vuelco y no pudo evitar suspirar con una pequeña sonrisa. Antes de que se diera cuenta, ya estaba en la habitación de Nathaniel.

—Puedes acomodar tus cosas por allá. Iré a preparar algo para cenar —dijo Nathaniel.

—Está bien... ¿quieres que te ayude cuando termine? —preguntó Marc, intentando ofrecer algo a cambio.

—Bueno, pero deberías descansar —respondió Nathaniel, acercándose un poco más—. Después de todo lo que pasó hoy, lo necesitas.

—Okey —respondió Marc, dando un paso atrás—. Entonces empezaré a acomodar mis cosas.

—Sí, yo debería ir a la cocina. Te llamaré cuando la cena esté lista.

—Okey... bye.

—Bye.

Ambos estaban nerviosos, incómodos por lo cerca que estaban uno del otro y la incertidumbre de cómo interactuar. Nathaniel, sintiéndose torpe, pensaba mientras iba a la cocina: ¿Por qué te acercaste sin avisar? Es más, ¿por qué te acercaste? Solo tenías que dejarlo en la habitación e irte, tonto, tonto, tonto.

Por su parte, Marc se sentía igual de confundido en la habitación: ¿Por qué te alejaste? Ya estaba tan cerca... Seguro que solo quería verme de cerca, y ahora debe pensar que lo estoy evitando.

La cena estaba lista, y Nathaniel llamó a Marc. Ambos comieron en silencio hasta que Marc intentó iniciar una conversación.

—¿Qué te gustaría desayunar mañana?

—Yo haré el desayuno, mejor tú dime, ¿qué quieres comer? —respondió Nathaniel.

—Nathaniel, has sido muy amable conmigo. Quiero retribuirlo, por favor.

—Bueno, me gustan los panqueques de avena.

—¿Eso es todo?

—Sí.

—Está bien.

La conversación fue corta. Nathaniel tenía algo en mente que le parecía apresurado, pero ahora que estaban enlazados, era mejor aclararlo desde el principio.

—Marc, sobre lo que dije en el consultorio...

—¡Glup! —Marc tragó con sorpresa, impresionado por lo que Nathaniel acababa de decir.

—¿Estás bien? —preguntó Nathaniel, notando su reacción. Marc asintió con la cabeza e hizo una señal para que continuara.

—Bueno, quisiera saber tu respuesta.

Marc se limpió la boca, aunque no había derramado nada, y bajó la mirada. Con la cabeza gacha, respondió en voz baja:

—Nathaniel, fue muy hermoso lo que me dijiste —murmuró, abrazándose a sí mismo—, pero... no estoy seguro de mí mismo. —Sus manos se aferraron a sus brazos—. No estoy seguro de ser la mejor opción para ti. Me gustas, pero siento que no merezco quererte... No soy lo que piensas de mí...

Sin poder contenerlo más, las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de Marc, cayendo como gotas ardientes sobre sus mejillas. Nathaniel intentó acercarse, pero Marc continuó hablando, con la voz quebrada:

—Quisiera contarte quién soy realmente, pero tengo miedo de decepcionarte. No quiero que me dejes, pero tampoco quiero amarrarte a alguien como yo. Quiero ser tu pareja, pero no siento que sea suficiente para ti, no sirvo para eso.

Nathaniel, con una calma que disimulaba su propia preocupación, le respondió con suavidad. Ya que sabía que si mostraba lo que realmente sentía, podría poner aún más nervioso a Marc, así que decidió mantener la serenidad para no empeorar las cosas.

—Marc, estaré aquí para ti hoy, mañana, y todos los días que me queden por vivir. Nunca dije que esperaba algo de ti, solo quiero saber si quieres ser mi pareja.

Marc, bajando la mirada, continuó con voz temblorosa:

—Y si lo fuera... ¿aceptarías no saber quién fui o quién soy realmente?

Nathaniel lo miró con una ternura infinita y asintió.

—Eres la persona que amo. Y claro que me gustaría saber quién fuiste, pero déjame descubrirlo junto a ti, a nuestro ritmo, sin prisas.

Marc titubeó por un momento antes de preguntar, casi en un susurro:

—Si soy tu pareja... ¿puedo abrazarte cuando me sienta solo?

—Sí, Marc. Siempre.

Sin decir una palabra más, Marc se levantó y abrazó a Nathaniel con fuerza, demostrando que aceptaba ser su pareja. No necesitaba palabras; lo que necesitaba era ese abrazo desesperadamente.

Mientras lo hacía, en su cabeza había una asamblea caótica de voces: unas le decían que era una mala decisión, que lo arruinaría de nuevo, que lo dejarían una vez más. Otras susurraban que debía sanar, que Nathaniel era su mejor opción, que tal vez este era su destino. Pero en el momento en que Nathaniel lo abrazó más fuerte, todas esas voces callaron. Por primera vez en mucho tiempo, Marc sintió una paz profunda.
Aquellas voces que lo atormentaban desde hacía años, que antes eran unas pocas y luego se multiplicaron hasta ser incontables, desaparecieron en ese instante. Se sintió bien, por fin en calma, como si todo hubiera valido la pena para llegar a este momento.

Durante el abrazo, Marc suspiró aliviado por tener a alguien a su lado.

—¿Quieres ir a dormir? —sugirió Nathaniel, que al reflexionar sobre lo que acababa de decir, se puso nervioso—. Me refiero a descansar, no a nada sexual. —Esa última palabra lo avergonzó aún más y se sonrojó. Marc soltó otra risita.

—Sí, quiero ir a dormir. Llevaré los platos al fregadero —dijo Marc, levantándose del regazo de Nathaniel..

—Está bien, yo me daré una ducha primero —respondió Nathaniel, tratando de recuperar la compostura.

Marc se encargó de los platos, mientras Nathaniel se dio una ducha rápida, se puso el pijama y limpió la ducha para que Marc pudiera usarla después. Cuando el omega subió, se cambió de ropa en el armario y salió listo para dormir.

—¿No te ducharas? —preguntó Nathaniel.

—Ya me duché esta mañana —respondió Marc.

—Es cierto, lo olvidé por completo.

Nathaniel sonrió y se acomodó en la cama, mientras Marc se acomodaba en el otro lado, aún sintiendo un poco de vergüenza Nathaniel se deslizó bajo las sábanas, dejando espacio para Marc.

—Buenas noches —dijo Nathaniel, con voz suave.

—Buenas noches —respondió Marc, con un tono igual de suave.

Ambos se sumieron en el silencio de la noche, sintiendo una nueva calma y cercanía entre ellos.

Continuará..........

Nathaniel x Marc~OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora