𝗔𝗹𝗹 𝗜 𝘄𝗮𝗻𝘁 𝗳𝗼𝗿 𝗰𝗵𝗿𝗶𝘀𝘁𝗺𝗮𝘀 𝗶𝘀 𝘆𝗼𝘂!

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Es Martes por la tarde, el reloj en el radio del auto de Eunwoo, marcó finalmente las nueve y no pudo creer, haberse quedado varado en medio del tráfico navideño de Seúl, por casi dos horas de camino a su hogar. El hombre se frotó la sienes.

Odiaba los martes, usualmente era el único día de la semana en el que tenía que quedarse una hora después de su horario para la junta creativa del departamento de publicidad, del cual era gerente.

Apoyó la cabeza sobre el volante y cerró los ojos con fuerza, el día había sido irritante de principio a fin, pero no fue la junta lo que le puso en ese pésimo humor, tampoco liderar un grupo de veinte empleados que se morían por irse tanto como él, ni siquiera el tráfico de dos horas, los sonidos del claxon provocándole jaqueca, sino su última parada, aquel lugar donde había sido rechazado sin miramiento, como las otras diez veces en las que había asistido. Bufó tan pesado que sus labios rebotaron ante el fuerte sonido.

Había aparcado en frente de la acera, lo que le permitió tomar más aire puro de camino a la entrada perfectamente iluminada por los bastones de falso caramelo blanco y rojo que adornaba el sendero hasta la puerta alta de madera sólida. Cambiaría el semblante, no iba a mejorar nada con el humor de los mil diablos que tenía.

Cuando entró a ese espacio personal, la navidad le cobijó en un calor reconfortante con olor a pastelillo de menta y café de vainilla. La rutina a partir de ahí comenzó, aunque extrañamente llegaba cuando santa baby está reproduciéndose.

Se quitó el saco y lo colgó en el bonito perchero de caoba que le regaló su madre.

Caminó por el largo pasillo entre un par de puertas, una para la cochera y la otra para el closet de cosas inservibles, pero con valor sentimental que se niega a botar y finalmente llega al vestíbulo para ver la película de todos los martes, sabiendo que estará lista.

Pero esta vez se encuentra con el reproductor de una playlist navideña y a su esposo sentado con las piernas flexionadas, envolviendo regalos, con un montón de cinta arrugada y hecha nudos, pegada en el sweater y en el cabello, junto con uno de los moños plateados enredado en las finas hebras de ébano.

—¡Llegaste! —pronunció con un tono de voz emocionado y una sonrisa enorme y hermosa que le rompió el corazón al instante. —¿Alguna novedad?

Sabía perfectamente a lo que se refería. No era al trabajo, tampoco a la junta de equipo, mucho menos al tráfico. Maquinó una sonrisa pequeña y triste mientras se encogía un poco de hombros.

—Aún nada. —contestó bajito, intentando convencerse que esta era la décima vez que respondía con lo mismo y su expresión siempre era la misma.

Sanha solía remorder su labio, suspirar ante la sonrisa y esperanza perdida mientras miraba al suelo intentando convencerse que tal vez para la próxima habría más de suerte y lo pensaba tanto hasta que de verdad se lo creía y la chispa volvía a encenderse y con ello sus ánimos y espíritu de lucha.

Cha Eunwoo y Yoon Sanha fueron esa parejita de tortolos de secundaria. Los que se besan en los pasillos, comían juntos y cuando tenían clases compartidas se sentaban al fondo del aula para meterse mano cuando el profesor no estaba o no prestaba atención. La clase de pareja de la cual sus amigos estaban hartos, porqué, vaya, hasta eso tenían en común, el mismo círculo de amigos cercanos, para la desgracia de esos otro cuatro chicos, que cada vez que los veían dándose de comer el uno al otro sentían nauseas y unas terribles ganas de vomitarles en cima. Nada cambió después de eso, le siguió la universidad y terminaron siguiéndose por el campus, uno tomó mercadeo y otro educación. El siguiente paso fue mudarse juntos, estaban en el segundo año de la carrera y llevaban cinco de relación ¿Por qué no?, dos años después de graduarse, se casaron, ¿Qué podría salir mal? ya habían vivido juntos al rededor de tres.

𝟷𝟸 𝒟ays of 𝒞hristmas | 𝐄𝐔𝐍𝐒𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora